Durante siglos la Iglesia Católica ha dedicado todo el mes
de mayo para honrar a la Virgen María, la Madre de Dios. Aquí te explicamos por
qué.
La costumbre nació en la antigua Grecia. El mes mayo era
dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la
antigua Roma pues mayo era dedicado a Flora, la diosa de la vegetación. En
aquella época celebraban los ludi florals o los juegos florales a finales de
abril y pedían su intercesión.
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Artemisa Flora |
En la época medieval abundaron costumbres similares, todo
centrado en la llegada del buen tiempo y el alejamiento del invierno. El 1 de
mayo era considerado como el apogeo de la primavera.
Durante este período, antes del siglo XII , entró en vigor
la tradición de Tricesimum o "La devoción de treinta días a María".
Estas celebraciones se llevaban a cabo del 15 de agosto al 14 de septiembre y
todavía puede observarse en algunas áreas.
La idea de un mes dedicado específicamente a María se
remonta a los tiempos barrocos - siglo XVII. A pesar de que no siempre se llevó
a cabo en mayo, el mes de María incluía treinta ejercicios espirituales diarios
en honor a la Madre de Dios.
Fue en esta época que el mes de mayo y de María se
combinaron, haciendo que esta celebración cuente con devociones especiales
organizadas cada día durante todo el mes. Esta costumbre se extendió sobre todo
durante el siglo XIX y se practica hasta
hoy.
Las formas en que María es honrada en mayo son tan variadas
como las personas que la honran.
Es común que las parroquias tengan en mayo un rezo diario
del Rosario y muchas erijan un altar especial con una estatua o imagen de
María. Además, se trata de una larga tradición el coronar su estatua, una
costumbre conocida como Coronación de Mayo.
A menudo, la corona está hecha de hermosas flores que
representan la belleza y la virtud de María, y también es un recordatorio a los
fieles para esforzarse en imitar sus virtudes. Esta coronación es en algunas
áreas una gran celebración, y por lo general, se lleva a cabo fuera de la Misa.
Sin embargo, los altares y coronaciones en este mes no son
solo cosas "de la parroquia". Podemos y debemos hacer lo mismo en
nuestros hogares para participar más plenamente en la vida de la Iglesia.
Debemos darle un lugar especial a María no porque sea una
tradición de larga data en la Iglesia o por las gracias especiales que se
pueden obtener, sino porque María es nuestra Madre, la madre de todo el mundo y
porque se preocupa por todos nosotros, intercediendo incluso en los asuntos más
pequeños.
Por eso se merece todo un mes en su honor.
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