NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


lunes, diciembre 03, 2012

salmo del día comentado,


Salmo comentado

Martes, 4 de Diciembre de 2012, 1º de ADVIENTO

SALMO 71, I-II

Poder real del Mesías


 
1Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
2para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

3Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
4que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

5Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
6que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

7Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
8que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.

9Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
10que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
11que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

* * *

12Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
13él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
14él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

15Que viva y que le traigan el oro de Saba;
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.

16Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

17Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

18Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
19bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!



La Biblia de Jerusalén le da el título de El rey prometido.
Este salmo, dedicado a Salomón, rey justo y pacífico, rico y glorioso, designa al rey ideal del futuro.
Las tradiciones judía y cristiana han visto en él el retrato anticipado del rey mesiánico anunciado por Isaías y Zacarías.
Lo más probable es que esté dedicado al rey Salomón.
En este supuesto, el salmo, que es mesiánico, debe explicarse a tenor de la promesa mesiánica, que se lee en 2 Sam 7.
El rey e hijo de rey es el heredero de la gloriosa promesa, que transmitirá a sus herederos hasta llegar aquel para quien el trono eterno está reservado (Gn 49,10).
La obra de su gobierno está descrita con los más vivos colores con que los profetas nos pintan la obra del Rey Mesías.


 
San Cirilo de Alejandría, en su Explanatio in Psalmos, afirma que el juicio que Dios da al rey es el mismo del que habla san Pablo: «Hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza» (Ef 1,10).
En efecto, «en sus días florecerá la justicia y la paz» equivale a decir: «en los días de Cristo, por medio de la fe, florecerá para nosotros la justicia, y al volvernos hacia Dios florecerá para nosotros la paz en abundancia».

Precisamente nosotros somos los «pobres» y los «hijos de los pobres» a los que este rey socorre y salva.
Y si ante todo «llama "pobres" a los santos apóstoles, porque eran pobres de espíritu, también a nosotros nos ha salvado en cuanto "hijos de los pobres", justificándonos y santificándonos en la fe por medio del Espíritu»

Por otro lado, el salmista define también el ámbito espacial dentro del cual se sitúa la realeza de justicia y de paz del rey-Mesías (cf. Sal 71,8-11).
Aquí entra en escena una dimensión universalista que va desde el Mar Rojo o desde el Mar Muerto hasta el Mediterráneo, desde el Éufrates, el gran «río» oriental, hasta los últimos confines de la tierra (cf. v. 8), a los que se alude citando a Tarsis y las islas, los territorios occidentales más remotos según la antigua geografía bíblica (cf. v. 10).
Es una mirada que se extiende sobre todo el mapa del mundo entonces conocido, que abarca a los árabes y a los nómadas, a los soberanos de Estados remotos e incluso a los enemigos, en un abrazo universal a menudo cantado por los salmos (cf. Sal 46,10; 86,1-7) y por los profetas (cf. Is 2,1-5; 60,1-22; Ml 1,11).

La culminación ideal de esta visión podría formularse precisamente con las palabras de un profeta, Zacarías, palabras que los Evangelios aplicarán a Cristo:
«Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén;
mira a tu rey, que viene a ti justo (...).
Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén;
romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones.
Dominará de mar a mar, desde el Éufrates hasta los confines de la tierra» (Zc 9,9-10; cf. Mt 21,5).


Oración
Dios Padre Bueno, guíame, acompaña mi caminar
hacia la felicidad plena contigo.
Estate, Señor, conmigo
en el camino por donde avanzo,
en los momentos de dificultad.

Porque encuentro tropiezos y me caigo,
porque me asaltan los miedos y me canso,
porque me atrae una vida fácil y cómoda,
sin preocuparme más que de mí.

Quiero controlar mis pasos, sentirme el dueño de mi existencia
y me olvido de que estás Tú, a mi lado, tendiéndome la mano.

Quiero Señor,
dejarme conducir
pues sé que Tú
me llevas a la plenitud,
sin espejismos ni falsedades.

Todo aclama al Señor, todo le canta

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