NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


lunes, septiembre 01, 2014

Tiempo de pocas palabras

Nos asaltan. En canciones y en poemas. En periódicos y revistas. También en esta web, claro, pero es la paradoja. Nos asaltan las palabras, las declaraciones bonitas, los buenos deseos… Y así nuestro mundo, a veces, entre tanta palabrería, se pierde la Palabra. Entre tanto tópico perdemos la verdadera ilusión. Entre tanto palabrerías perdemos lo evidente. Entre tanto deseo perdemos la acción.                         

«El charlatán es temido en su ciudad, el deslenguado se hace odioso» (Eclo 9, 18)
Tal vez en nuestro mundo hay tanta tontería, tanta palabra hueca, tanta frase hecha… que hace falta gente que con lo que dice transmita algo nuevo. Hay tantas frases ‘tópicas’, con letra de canción o de poema new age, sobre el amor, la paz, la vida, el llanto… Bonitos deseos que lo mismo pronuncia el rey en un discurso navideño, el cantante en su balada, la modelo entrevistada, el adolescente en pleno ataque metafísico después de leer el último libro de Paulo Coelho, o la reina de las tertulias televisivas… Al final las palabras, de tanto usarlas, pierden su fuerza. Los nombres pierden su fondo. Los verbos ya no se vuelven fuego, sino sólo juego. Por eso, piénsalo bien antes de hablar, porque si no mataremos las palabras y su increíble poder humanizador. 
¿Cuáles son las últimas palabras que te dejaron huella? ¿Dónde oyes, normalmente, palabras que te llegan y te ayudan?
«Atiende, Job, escúchame, calla, que yo hablaré. Si tienes algo que decir, respóndeme; habla, pues deseo darte la razón. De lo contrario, escúchame. Calla y te enseñaré la sabiduría». (Jb 33, 21-33)

Porque a veces las palabras, con decirlo todo, se pueden utilizar de más. A veces el silencio es mejor que demasiados lemas preciosos y sugerentes. No conviene tener demasiado a menudo en los labios la palabra de perdón si uno no está dispuesto a perdonar. Porque hablar es gratis. «Hay que…» es una mala forma de comenzar una frase. Es mejor hacer. Sin pretender salvar uno solo a la humanidad, que de eso se encarga Dios, pero sí intentando construir el Reino de Dios en lo que puedas. No hablar mucho de ‘los pobres’, sino amar a personas reales que necesitan ser amadas. No corear frases de solidaridad, sino comprometerte en causas reales y escuchar las voces ocultas. No criticar todo desde atalayas de razón que a uno siempre le dejan libre, sino buscar formas precisas de transformación.

¿Tienes espacios de silencio de calidad en tu día a día? ¿Dónde podrías buscar ese silencio?





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