La vida transcurre muchas veces en medio de acontecimientos rutinarios que ocupan casi mecánicamente las horas y los días. Pero es también la oportunidad para que se den otros acontecimientos, buscados expresamente o simplemente inesperados, capaces de romper esa rutina y hacer que se les dedique un tiempo especial para "celebrar". La diferencia entre unos y otros no está tanto en la actividad o en lo que se realiza, sino en la forma y en el sentido con el que se viven. Son esencialmente significativos no porque sean distintos a los de todos los días, sino porque se los vive de una manera diferente.
Esta realidad tan cotidiana ayuda a descubrir el valor de saber detenerse para generar un tiempo distinto al de la rutina diaria, un tiempo para gozar más intensamente de la vida y sus situaciones, realidad que si bien se puede experimentar en las actividades de cada día, se hace mas palpable en esos momentos especiales.
Este años nos hemos reunido en el pueblo de Ezcároz. A las 8 de la mañana caminamos cantando la Aurora por las calles del Pueblo.

La celebración es el tiempo privilegiado en que el Señor se hace presente para acompañar el caminar de los hombres por la historia. Ese tiempo privilegiado es momento de fiesta, porque es celebrar la salvación, la liberación y la presencia de Jesús resucitado en medio de su pueblo. Luego la Rondalla del Valle nos cantó, como siempre unas hermosas canciones.
Después fuimos al frontón del Pueblo y compartimos la comida, las risas y el baile.
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