NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


sábado, enero 19, 2019


¡Somos seres espirituales! ¿Nos damos cuenta?
“Gran parte de los seres humanos vive sin darse cuenta de que ellos son seres espirituales” (Søren Kierkegaard)
“El anciano que no tiene la cara feliz, no merece el respeto del pueblo. Quiere decir que no ha encontrado el camino de la vida interior” (Proverbio chino).
Solo una persona con ojos puede ver los colores. Solo una persona con oídos puede disfrutar de los sonidos. Solo una persona con espiritualidad -con una visión espiritual despierta- puede descubrir el universo y todas las cosas en él como un “juego divino”.
La mujer o el hombre espiritual no son los que cierran los ojos a la realidad. Son aquellos que disponen de la mejor graduación para ver hasta el detalle más bello. El hombre o la mujer espiritual tienen una sensibilidad especial: perciben en nuestro mundo un aura de misterio, que les resulta encantadora, electrizante; escuchan, lo que muchos no oyen: hasta la voz de Dios (“¡Ojalá escuchéis hoy mi voz, no endurezcáis el corazón!).
Por eso, viven en paz, sonríen, son personas bellas, equilibradas, disfrutan, aman, entienden,. escuchan, saben, saborean. El que da su mano y cuando toca… “a vida eterna sabe”. El Espíritu enciende todos los sentidos. ¡No los apaga!
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El corazón
La mujer o el hombre espiritual habitan su propio corazón. Viven desde él. Carl Jung decía:
“Tu visión será más clara cuando mires a tu corazón. Quien mira fuera, sueña. Quien mira dentro, se despierta”
La espiritualidad está dentro, pero hay que despertarla. La espiritualidad está en el corazón, en esa realidad simbólica que desde hace siglos denominamos “corazón”. Es el territorio del amor, de las intuiciones, de los afectos, de la profundidad, de las soledades más hondas…
¿Y qué descubrimos en nuestro interior, en nuestro corazón espiritual?
·         Que hemos sido agraciados con un “fondo sin fondo”.
·         Que lo espiritual que nos habita no ha surgido por generación.
·         Que no es fruto -sin más- de las especies vivientes, ni es el resultado de la organización compleja de la materia.
Siguiendo la huella de nuestro espíritu -como si de una corriente misteriosa se tratara- llegamos a la profundidad de nuestro ser (“Tiefe des Seins” –Paul Tillich), que nos trasciende por todas partes. ¡Esa es la realidad previa a nosotros mismos, la realidad fundante! Ahí descubrimos que somos hijos o hijas del Misterio: “nacidos de Dios” y desde Dios, nacidos como realidad corporal en este mundo.
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