NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


lunes, diciembre 16, 2019

3er domingo de Adviento


El hombre está hecho para recrearse en el gozo. El que vive la espiritualidad de Adviento descubre el sentido de la alegría cristiana. Porque la Navidad que se acerca es fiesta de gozo y salvación, desde este domingo  se comienza a vivir la esperanza feliz y desbordante de la cercanía del Señor. La alegría es respuesta al gran anuncio, a la cercana presencia. Los sueños de felicidad se van a hacer realidad con el nacimiento salvador de Jesús.

El hombre ha sido creado para la felicidad y esta invitación de Dios llega desde el fondo de la eternidad. En el mundo hay placer y alegría. El placer es la felicidad del cuerpo; la alegría es la felicidad del alma. Y aunque en medio de las dificultades de la vida, pruebas, sufrimientos y muerte, se pueda llorar, sin embargo nunca hay derecho a divorciarse de la alegría, que por ser espiritual, no puede morir y tiene sabor de eternidad.

La alegría comienza en el instante mismo en que uno suspende sus afanes de búsqueda de la propia felicidad para procurar la de los otros. En el corazón del hombre inquieto, el hambre de felicidad es hambre de Dios. Desventurados los satisfechos que, empachados de placeres, ahogan lo infinito de sus deseos. Bienaventurados, por el contrario, quienes tienen todavía hambre. Benditos los que proporcionan alegría a los pobres; en la cúspide de la entrega y del olvido de sí, florece la alegría y se reencuentra la vida.

En Adviento se vuelve a recordar que el camino de la felicidad no arranca de las personas o de las cosas, sino que parte de uno mismo hacia los otros, es decir, hacia Dios que es causa de alegría. La entrega a Dios es una entrega a la alegría.

El Evangelio, por ser Buena Nueva, es un mensaje portador de alegría; anuncia la vida, el futuro, la esperanza, la salvación. Logra que el creyente sea un hombre libre de temores, anclado en la alegría serena. Por eso la alegría cristiana es una experiencia seria de la fraternidad, del cariño, de la comprensión, de la confianza. En Adviento todos los hombres y mujeres tienen que preguntarse si han recibido la alegría del Evangelio.


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