NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


domingo, octubre 28, 2012

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Consejos

(padres: revisen este mensaje, no está nada mal)

“Los hijos deben crecer en una justa libertad ante los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencilla y austero, convencidos de que 'el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene'»
 (JUAN PABLO II, Familiaris consorcio, 37).

«En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar a sus hijos en la plegaria, de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios y del coloquio personal con Él» (lbíd., núm. 80).

Presentaremos una serie de consejos confeccionado por un experimentado padre de familia; espero que ayuden a quienes os encontráis en la apasionante aventura de educar a la luz de la Fe.

I. PARA FOMENTAR LA VIDA DE PIEDAD EN LOS NIÑOS (1ª parte)

1. Orientarles desde pequeños, en el amor a la Sagrada Eucaristía y a la Santísima Virgen.

2. Cuidar que las devociones y actos de piedad, desde pequeños, tengan un contenido teológico que van entendiendo poco a poco.

3. Los padres deben enseñar a rezar, pero deben explicar también a quién se reza y por qué se reza.

4. No abandonar nunca el "seguimiento" de los niños en las oraciones diarias, como el ofrecimiento de obras y lo que recen, por ejemplo, al acostarse.

5. Que el rezo en familia se haga con respeto. Cuidar las posturas. No es lo mismo rezar que jugar o ver la tele. La actitud debe ser otra.

6. Buscar la manera, sin ahorrarse sacrificios -los padres y los hijos- de rezar algo en familia.
Los más pequeños pueden rezar de acuerdo con su edad. Razonar lo importante de la oración personal y en familia.

7. Acudir con los hijos a la Santa Misa, siempre que se pueda. Cuando son pequeños ir explicándoles, poco a poco, los fines de la Misa, para que se acostumbren y aprendan a valorarla.

8. Cuidar la compostura en la Iglesia. Hacerles notar que el Señor está real y verdaderamente presente.

9. Evitar los extremos, ni la excesiva rigurosidad, ni el cachondeo. Hay que enseñarles a distinguir una cosa de otra.

10. Enseñarles a prepararse para ir a comulgar, con actos de contrición y de amor de Dios.

11. Enseñarles a dar gracias después de la comunión, descendiendo a detalles concretos.

12. Explicarles desde pequeños el significado de las distintas fiestas litúrgicas.

13. Que asocien desde pequeños el dolor, la contrariedad, el esfuerzo, el trabajo, con la reparación y la corredención. Hay que ir dándoles razones "poderosas" que luego les sirvan de apoyo.

14. Ayudarles a que sean constantes en la oración y demás prácticas de piedad y a que los sepan unir a la justicia y caridad.

15. Ayudarles cuando llegan a los 11-13 años a superar los respetos humanos, la vergüenza a que les vean rezar. El ambiente favorece a que los tengan.

 

cuentos e historias

Nasrudín llegó a ser primer ministro del rey.
En cierta ocasión, mientras deambulaba por el palacio, vio por primera vez en su vida un halcón real.

Hasta entonces, Nasrudín jamás había visto semejante clase de paloma.
De modo que tomó unas tijeras y cortó con ellas las garras, las alas y el pico del halcón.
“Ahora pareces un pájaro como es debido. Tu cuidador te ha tendido muy descuidado”.




CÓMO SE ABRIÓ EL SENDERO
Una historia que nos enseña mucho respecto a aquello que escogemos sin pensar:

Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura.
Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.
Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, lider de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.

Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón.
Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.

Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una ciudad.

Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.

(Autor: Paulo Coelho. Publicado en "El Semanal", nº 729.)



reflexiones
“Como si fuesen mentiras…”

Siempre me ha hecho impresión una frase que atribuyen a un profesional del teatro, y que he visto citada repetidas veces: "Nosotros los actores en el teatro decimos las mentiras como si fueran verdades, y ustedes los curas, en el púlpito, dicen las verdades como si fueran mentiras".

Si es así, es muy triste. Y lo peor es que puede ser verdad no sólo en el púlpito, sino también -y con mayor probabilidad- en la sede y en el altar: en las oraciones que dirigimos a Dios como presidentes de la celebración.

Si no acabamos de creer nosotros mismos lo que decimos, ¿cómo pueden resultar expresivas para los otros nuestras palabras y oraciones? ¿Cómo podemos comunicar un sentimiento si se nota que no sale de nuestro interior, que somos meros repetidores de fórmulas, sin ni convicción?

A veces nos quejamos de que las oraciones breves del Misal "no dicen nada". Pero un buen tanto por ciento de eficacia les viene a estas oraciones de cómo las decimos, con qué ritmo, con qué sentido: no como un mero ejercicio de lectura, sino como una palabra de súplica que decimos como si fuera la primera vez que se pronuncia, con expresividad, creyéndola nosotros y dirigiéndosela de veras a un Tú, que es Dios.


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