Evangelio según san Marcos (Mc 13, 24-32)
Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad.
Y él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo.
Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca.
Así también, cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta.
En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla.
Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse.
Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre".
* * * * *
Necesitamos “aprender un segundo idioma" para
asustar y espantar a ese gato negro: la muerte, el fin.
vencer el miedo con la esperanza,
escribir nuestros nombres en el libro de la vida,
despertarnos con Cristo,
vivir en la justicia y brillar como estrellas para siempre.
especialmente para comunicarnos con Dios nuestro Padre.
La oración, la eucaristía, la alabanza, la adoración, la escucha de la Palabra des Dios, la profesión de nuestra fe, la acción de gracias… son el segundo idioma del cristiano.
Como con los idiomas: lo que no se practica se olvida.
Cada domingo en la Eucaristía nos reunimos, entre otras cosas, para aprender con Él y practicar con Él el idioma del amor, el de Dios.
Nos pasa con el idioma de Dios como cuando aprendemos inglés. Como no lo necesitamos en la vida diaria, no lo aprendemos. Y pasa la vida sin aprenderlo.
¡Para lo que sirve! ¿Acaso Dios me va a pagar el coche o el Canal+, o me va a conseguir un empleo?
La comunidad cristiana de Marcos vivía la persecución de un mundo que no les entendía; este evangelio la consolaba.
Vemos en este evangelios diversos símbolos para prepensarlos: la venida del Hijo del hombre; la parábola viviente de la higuera; el día y la hora…
Marcos a la misión del Hijo del hombre le da una perspectiva positiva, que es reunir a sus elegidos, dispersos.
Nosotros estamos dispersos, alejados, con dificultad para congregarnos y vivir unidos y en paz.
Se da una dispersión personal, en los grupos, organizaciones, sociedades y países, nos olvidamos de construir un mundo mejor
Jesús, Hijo del hombre, reuniendo, congregando, sanando heridas, restituyendo amistades rotas, reconstruyendo la sociedad humana en el fin de los tiempos es extremadamente estimulante.
Quizá esa sea la vocación de todo cristiano, de toda persona:
vivir como si ya hubiese llegado el fin del mundo,
colaborar con Jesús preparando la gran reunión de todos los hijos de Dios,
organizando la inmensa fiesta de la fraternidad que todos soñamos y deseamos desde el fondo de nuestra alma.
Perdónanos, Padre:
Esperamos que llegue la paz, pero en nuestra vida no somos siempre sembradores de paz, sino a veces de discordia.
Esperamos que llegue un mundo más justo, pero no trabajamos para ello y no aportamos nuestro esfuerzo. ¿Por qué dejo solas a las víctimas de desahucios?
Esperamos conseguir la felicidad, pero esperamos que nos llegue como llovida del cielo, y sólo para nosotros, olvidando a los que nos rodean.
Cercanos ya al final del año litúrgico, la liturgia de hoy nos presenta a través de la lectura del Antiguo Testamento y del evangelio, textos relativos al final de los tiempos.
Daniel anuncia la intervención de Dios a favor de sus fieles a través de Miguel, el ángel encargado de proteger a su pueblo.
Estas palabras de Daniel hay que enmarcarlas en el marco amplio de todo el libro cuyo género y estilo corresponden a la corriente apocalíptica bastante popularizada a finales del período veterotestamentario.
Todo el libro de Daniel es un llamado a la esperanza, característica principal de toda la literatura apocalíptica.
No se trata tanto de una revelación especial de lo que sucederá al final de los tiempos, cuanto la utilización de imágenes que invitan a mantener viva la esperanza, a no sucumbir ante la idea de una dominación absoluta de un determinado imperio.El texto que leemos hoy es subversivo para la época, pues invita al rechazo del señorío absoluto de los opresores griegos de aquel entonces que a punta de violencia se hacían ver como dueños absolutos de las personas, del tiempo y de la historia. No es un texto obsoleto, sepamos aplicarlo a hoy.
Elevangelio nos presenta una mínima parte del «discurso escatológico» según san Marcos. Un poco antes de comenzar la narración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, los tres sinópticos nos presentan palabras de Jesús cargadas de sabor escatológico.
El pasaje de hoy hay que leerlo a la luz de todo el capítulo 13. Es más, conviene que en casa o en el grupo lo leamos completo y, de ser posible, leamos también el discurso escatológico de Mateo y de Lucas, eso nos ayudará a ver mucho mejor las semejanzas y las diferencias entre los tres y, por otro lado, nos facilitará una mejor comprensión del sentido y finalidad que cada uno quiso darle a esta sección.
Tengamos en cuenta que en ningún momento hablan los evangelistas del «fin del mundo», en sentido estricto, esa es una interpretación equivocada que no ha traído los mejores resultados ni a la fe del creyente ni a su compromiso con el prójimo y con la historia.
No es éste, con palabras sacadas de aquí y de allá, el «fundamento» bíblico o teológico de las «postrimerías» del hombre que nos enseñaba el «catecismo del padre Astete», o de los «novísimos» que nos enseñaban en teología... O, por lo menos, no se debe reducir a eso.
Jesús no predica el fin del mundo, ése no era su interés. Las imágenes de una conmoción cósmica descrita como estrellas que caen, sol y luna que se oscurecen, etc., son una forma veterotestamentaria de describir la caída de algún rey o de una nación opresora. Para los antiguos, el sol y la luna eran representaciones de divinidades paganas (cf. Dt 4,19-20; Jr 8,2; Ez 8,16), mientras que los demás astros y lo que ellos llamaban «potencias del cielo», representaban a los jefes que se sentían hijos de esas divinidades y en su nombre oprimían a los pueblos, sintiéndose ellos también como seres divinos (Is 14,12-14; 24,21; Dn 8,10). Pues bien, en línea con al Primer Testamento, Jesús describe no tanto la caída de un imperio o cosa por el estilo, para él lo más importante es anunciar los efectos liberadores de su evangelio; y es que el evangelio de Jesús debe propiciar en efecto el resquebrajamiento de todos los sistemas injustos que de uno u otro modo se van erigiendo como astros en el firmamento humano.
Jesús es consciente y sabe que la única forma de rescatar, redireccionar el rumbo de la historia por los horizontes queridos por el Padre y su justicia, es haciendo caer los sistemas que a lo largo de la historia intentan suplantar el proyecto de la justicia querido por Dios, con un proyecto propio, disfrazado de vida pero que en realidad es de muerte. Esta tarea la debe realizar el discípulo, el que ha aceptado a Jesús y su proyecto. Recordemos la intencionalidad teológica y catequética de Marcos: a Jesús, el Mesías (cuyo «secreto» se mantiene a lo largo de todo el evangelio) sólo se le puede conocer siguiéndolo; y bien, el seguimiento implica no sólo ir detrás de él, implica además, tomar el lugar de él, asumir su propuesta como propia y luchar hasta el final por su realización.
Discípulas y discípulos están entonces comprometidos en ese final de los sistemas injustos cuya desaparición causa no miedo, sino alegría, aquella alegría que sienten los oprimidos cuando son liberados. Esa debiera de ser nuestra preocupación constante y el punto para discernir si en efecto nuestras tareas de evangelización y nuestro compromiso con la transformación de lo injusto en relaciones de justicia está causando de veras ese efecto que debe tener el evangelio o si simplemente estamos ahí a merced de las corrientes del momento esperando quizás que se cumpla lo que no ni siquiera pasó por la mente de Jesús.
* * *
Para los más jóvenes
-¿Cómo dice Jesús que lo verán al final de los tiempos?
-¿A qué compara Jesús lo que va a suceder?
-¿Cuándo Jesús habla de lo que sucederá al final, es para meternos miedo?
-¿Quién es el único que conoce el momento en que este mundo dejará de existir?
Ya estamos llegando al final de otro año litúrgico. Nuestro calendario católico termina con el domingo 34 del tiempo ordinario, con la celebración de Jesucristo Rey del Universo, el que estamos celebrando es el domingo 33.
Jesús nunca nos ha querido meter miedo sino que ha insistido en que siempre estemos preparados. El que tiene miedo no puede amar de verdad pues el amor nos libera de todos los miedos.
Todas las cosas creadas en el tiempo y en el espacio se gastan y se deterioran y llegará un momento en que todo se acabe.
Así como todo salió de las manos de Dios Él es el único que tiene el saber y la llave para cerrar el ciclo de este maravilloso universo.
El hombre, a quién Papá- Dios hizo a su imagen y semejanza, no encuentra la plena felicidad en la cosas pasajeras: en lo que está en el tiempo y en el espacio, sino en ese Reino de amor que Jesús, con su muerte y resurrección nos alcanzó y que nosotros, deseamos y trabajamos por alcanzar con la ayuda divina.
En vez de miedo debemos estar agradecidos porque la felicidad que nos espera nunca se acabará y es tan grande que no la podemos ni imaginar. El reto es que ese mensaje de amor y de salvación llegue a todos los hombres del mundo para que todos se conviertan del egoísmo y la injusticia y puedan gozar de la total felicidad en Dios.
Para esto somos misioneros, para anunciar la Buena Nueva de Cristo Salvador.
Señor,
Tú estás cerca de nosotros
nos amas, aunque nos olvidemos de Ti.
Mira con amor
a los que nos confiamos a Ti.
Tú conoces nuestras ilusiones,
nuestros deseos de felicidad,
y nuestra voluntad de hacer el bien.
Ayúdanos a construir la Iglesia,
a hacer de nuestra parroquia una comunidad
donde nadie se sienta marginado
ni desinteresado
Haz que estemos siempre
preparados, dispuestos
para hacer lo que Tú quieras con nosotros. Amén
CONTIGO SIEMPRE, ABBÁ
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenido amig@, gracias por tu comentario