DICHOSA LA INTIMIDAD CON DIOS:
"No me arrepiento de nada",
mi opción es maravillosa.
Dios "mi consejero"...
Dios "presencia constante y protectora"...
Dios "mi alegría, mi fiesta"...
Dios "mi vida, mi resurrección"..,
Dios "mi camino, el sentido de mi vida"...
Dios "mi felicidad eterna"...
¡Si consigo que algo de esto sea cierto, que no se quede en una exclamación tan hermosa como inútil....!
El lado dramático de la vida de un verdadero creyente. Quien tiene fe es un hombre inmerso en un mundo que vive en forma muy diferente a él. "Nosotros por causa de Cristo, pasamos por locos" (/1Co/04/10).
Podemos, como el levita de este salmo, sentirnos muy solos; el paganismo nos rodea por todas partes.
Los "ídolos" están cerca, siempre tentadores: el sexo, el poder, el placer, la independencia total, etc...
Si miro la vida de cerca, descubro mi idolillo personal... esta tontería a la que doy demasiada importancia.....
Mediante este salmo pedimos a Dios no "absolutizar" nada. ¡Dios es el único absoluto! Nadie más... Si doy a algo distinto un carácter absoluto, estoy creando un ídolo, que tarde o temprano se romperá en mis manos.
"¡Señor, líbrame, líbranos de los ídolos!"
La certeza que Dios está con nosotros, Emmanuel.
Podemos mantener con él una conversación continua, día y noche: meditación-conversación-oración...
De lo contrario preferiremos los ídolos del mundo.
Señor, que te busque, que Tú seas mi único amor absoluto.
El tema de la felicidad. Leamos una traducción del Padre Claudel:
"Permitidme medir maravillado esta herencia que me cayó del cielo...
Tú me has saciado con tu rostro... Escucha lo que te digo muy quedo para que solamente Tú lo oigas: Oh, el Señor que no he merecido de ninguna manera... ¡Magnífico! ¡La porción que me tocó es algo del otro mundo! ¡La parte que me tocó no hay cómo ponderarla, es algo bello!... Tú has embriagado mi corazón, Tú has desatado mi lengua... Lléname de las delicias de tu rostro, lugar en que todos los caminos terminan..."
Este salmo nos permite descubrir con Dios el lenguaje de los "enamorados", de los "Hassidim" (plural de "Hassid").
Repito esas palabras, te digo a Ti y a todo el mundo y a mí mismo que soy de veras feliz en tu servicio, que me dan pena los que siguen a «otros dioses»;
los que hacen del dinero o del placer, de la fama o del éxito, la meta de sus vidas; los que se afanan sólo por los bienes de este mundo y sólo piensan en disfrutar de gozos terrenos y ganancias perecederas.
Yo no he de adorar a sus «dioses».
Sí que renuevo mi entrega a ti, Señor, pero confieso que sigo sintiendo en mi alma y en mi cuerpo la atracción de los placeres de la materia, la fuerza de gravedad de la tierra, la pena escondida de no poder disfrutar de lo que otros disfrutan.
Aún tomo parte, al amparo de la oscuridad y el anónimo, en la idolatría de dioses falsos, y ofrezco irresponsablemente sacrificios en sus altares.
Aún sigo buscando la felicidad fuera de ti, a pesar de saber perfectamente que sólo se encuentra en Ti.
Por eso mis palabras hoy no son jactancia, sino plegaria; no son constancia de victoria, sino petición de ayuda.
Hazme encontrar la verdadera felicidad en Ti; hazme sentirme satisfecho con mi «heredad», mi «lote» y mi «suerte», como me has enseñado a decir.
Y prepárame con eso a hacer mías en fe y en experiencia las palabras esperanzadoras que pones en mis labios al acabar este Salmo:
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