A DIOS ORANDO
Y CON ABBÁ CONVERSANDO
Miércoles, 7 de Noviembre de 2012
"Aquel que ha aprendido a orar, ha aprendido el más grande secreto de una vida santa y feliz."
"Pide a Dios las cosas que merecen ser concedidas por Él."
"La oración es propiedad del corazón, no de los labios,
que Dios no atiende las palabras del que ruega sino que mira su corazón."
"La oración debería ser la llave del día y el cerrojo de la noche."
Mis ojos, mis pobres ojos, que acaban de despertar,
los hiciste para ver, no sólo para llorar.
Haz que sepa adivinar entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal ni olvide que existes tú.
Que, cuando llegue el dolor, que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor, ni se me nuble la paz.
Sostén ahora mi fe, pues, cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré y mi llanto cesará. Amén.
Invocación al Espíritu Santo
Espíritu Santo,
Tú eres el aliento del Padre y del Hijo
en la eternidad dichosa;
Tú nos has sido enviado por Jesús
para hacernos comprender lo que Él nos ha dicho
y guiarnos hacia la verdad completa;
Tú eres para nosotros aliento de vida,
aliento creador, aliento santificador;
Tú eres quien renueva todas las cosas.
Evangelio según san Lucas (14, 25-33)
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y Él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:
“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo.
Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla?
No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.
¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil?
Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.
Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.
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Quien no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío
Jesús propone entender la renuncia a los bienes no sólo como autodespojo, sino como donación solidaria.
Algunas comunidades religiosas, como el grupo de los ‘esenios’ tenían la costumbre de exigir a sus miembros que entregaran sus bienes a la comunidad.
Por el contrario, Jesús no pide esto, sino que advierte que lo primero es amarle a Él sin apegos enfermizos hacia la familia o hacia el propio estilo de vida.
Ese amor por Jesús pasa por abrazar su causa, aunque esto implique literalmente cargar con una cruz.
Estas exigencias hacen evidente que el seguimiento de Jesús comienza con una profunda evaluación de las propias convicciones, pero al mismo tiempo nos hacen caer en la cuenta que Él exige una disponibilidad más allá de todo raciocinio conforme a los valores del mundo presente.
El hacendado se sienta a hacer cuentas para determinar el alcance de los recursos;
el rey que se dispone a defender unas pretensiones delibera con sus consejeros, pero la persona que sigue a Jesús ora al Padre porque sabe que su opción escapa al cálculo racional y a la deliberación estratégica.
Los bienes por los que opta quien ama a Jesús son inconmensurables respecto a los que proporciona el poder o la riqueza.
Los oyentes de Jesús y los lectores de Lucas, todos habían visto algún día, al que había de ser crucificado cargado con su cruz hasta el lugar de la ejecución
Que no me extrañen los obstáculos, ni los sufrimientos, ni las dificultades de la vida cristiana.
Seguir a Jesús, eso no se hace sin reflexionar, sin pensarlo de antemano.
Por el hecho de "seguir a Jesús", ¿qué voy a ganar? ¿qué voy a perder?
-Todo aquel de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.
¿Qué "he arriesgado" yo por Jesús? En la alegría del don total.
Yo siento, Señor, que tú me amas,
yo siento, Señor, que te puedo amar.
Háblame, Señor, que tu siervo escucha,
háblame, ¿qué quieres de mí?
Señor, tu has sido grande para mí,
en el desierto de mi vida, háblame.
Yo quiero estar dispuesto a todo.
Toma mi ser,
mi corazón es para ti.
Por eso canto tus maravillas,
por eso canto tu amor. (bis)
CONTIGO SIEMPRE, ABBÁ
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