NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


viernes, julio 04, 2014

DESCONECTARSE

Hoy vivimos tan conectados, a todas horas, a través de mil aparatos y dispositivos, que resulta difícil recordar otra época en la que no estábamos constantemente enganchados –y distraídos–.
Imagínate como un nudo en una red. Vinculado a tantas personas, a tantos lugares, a un incensante flujo de informaciones, noticias… Tuiteamos, Wasap, móvil, reproducimos en Facebook los artículos que nos gustan. Leemos, escuchamos, recibimos todo tipo de estímulos. Pero a veces hay que frenar, desconectarse por un rato, para conectarse a lo esencial.


Desconectarse - En medio de todo
«Se levantó un viento huracanado, las olas rompían contra la barca que estaba a punto de anegarse» (Mc 4, 37)


Estamos en medio de todo. En medio de un torbellino de noticias e informaciones. Hoy sabemos lo que ocurre al día. Seguro que hoy mismo has leído prensa, ver la televisión, o en el móvil te has asomado a sucesos de varios países, has podido leer las opiniones de gente de más de un continente.
De alguna manera, cada uno de nosotros es como una esponja en ese mar de información. Absorbiendo datos, imágenes, recuerdos… que hoy son actualidad urgente y mañana serán ya algo olvidado. ¿No tiene algo de aterrador?



¿Te sientes a veces así, un poco saturado de tanto?









Desconectarse - Y ahora, el silencio
«Hazme caso, Job, escúchame; guarda silencio, que voy a hablar»       (Job 33, 31)

Por eso a veces hace falta frenar. Tomar el timón. Aislarse. Ponerse casi, casi en modo burbuja. Pero no para alejarse de todo, sino para aprender a escuchar, en el silencio. Para reconectarse con lo que de verdad nos llena, nos llega, nos alienta.
Contigo, Señor, tu evangelio y tus promesas. Con tus palabras que ponen sentido en medio del caos de voces y mensajes





¿Qué crees tú que te puede aportar a ti el silencio?

Silencio lleno

Decir el silencio,
¿es posible sin romperlo?

Hoy el silencio
es naranja y vespertino,
con el mar.
En el cuerpo
escuecen las heridas en paz,
y el cansancio no tiene fibras ni terrores.
Ni la oración anda febril
estirando las palabras
para que encierren toda la vida.

¿Será esta calma,
la entrega de todo lo sufrido,
la apertura al agua de la vida
entrando por los poros,
la confianza sin estridencias,
los deseos sumergidos en tu abrazo,
la ansiedad de mi futuro
rendida a tus ritmos y sorpresas?
Benjamín González Buelta, sj














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