La Cuaresma sigue avanzando con su paso de invitación a la
conversión, a la oración, a la caridad y al ayuno. El fin de semana que se
avecina (15/03/15) celebraremos su IV Domingo, y el Evangelio nos regala un
bello texto que viene a resumir toda la fe cristiana: El envío que el Padre
hace del Hijo para la salvación del género humano y de la creación (Cf. Jn
3,16). Quisiera reflexionar e invitar a ustedes a hacerlo en torno a esto de la
historia pascual del Hijo de Dios.
1.
Breve contexto del Evangelio (Jn 3,14-21): Lenguaje y teología
Hemos dado un primer salto, esto porque cambiamos de
Evangelio, ya que habíamos venido leyendo a Marcos pero ahora proclamaremos a
Juan. El Evangelio de
Juan presenta algunas características que lo diferencian de los sinópticos
(Sinóptico: del griego: Visión de conjunto, Evangelios de Mt, Mc y Lc).Quisiera
detenerme en el tema del lenguaje que utiliza el redactor(es) del Evangelio y
que se aprecian en este trozo del texto. Aparecen palabras que se repiten tales
como: levantar (levantó y levantado v.14), el tema de la vida eterna (v.
15,16), oposición entre luz y tinieblas (v. 19-21, el tema de las oposiciones
es característico del cuarto evangelio p.e vino añejo y vino mejor, luz y
tinieblas, agua y agua viva, pan del desierto y pan que da el Hijo, etc). Las
oposiciones expresan que lo que da el Padre, el Espíritu o el Hijo constituyen
algo esencialmente mayor a lo antiguo. También aparece el tema del creer (v.
15,16,18 dos veces), el concepto de verdad (v.21), y el juicio (juzgar v.17,
juzgado v.18 dos veces, juicio v.19).
En el texto se resalta un movimiento de carácter pascual. “…
así tiene que ser levantado el Hijo del hombre… Porque tanto amó Dios al mundo
que dio (envío) a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca,
sino que tenga vida eterna” (v.14.16). Aquí estamos en presencia del Misterio
por el cual Jesucristo es
el don del Padre que es enviado (Pascua) al mundo con el propósito de salvar al
género humano. Jesucristo es enviado por puro amor, por pura
gracia (gratuidad), la cual tiene características de universalidad. Esta
voluntad de salvación en el amor se realizará de manera suprema cuando el Hijo
sea levantado en la Cruz del Calvario. El tema de ser levantado o elevado,
conceptos también presentes en Juan, nos hablan también de la exaltación es
decir, de la glorificación que el Hijo tendrá en el momento de la
Resurrección.
Aquí viene a expresarse lo que en teología y cristología se
llama la kénosis del Verbo, es decir: Que Él desciende (es enviado, se
encarna), vive entre los hombres haciendo el bien, muere en la Cruz y es
glorificado por Dios en la Resurrección. Kénosis es un concepto griego que
significa abajamiento que está ligado con el envío que realiza el Padre (ver
Filipenses 2,6-11). El
Verbo consecuentemente viene con una clara actitud misionera.
2.
La Pascua nos convoca a creer y a amar al que es la Luz del mundo
En el relato de este Domingo IV de Cuaresma se identifica a
Jesús con la luz del mundo (v. 19), y a esta luz el Evangelista invita a su
comunidad, y hoy a nosotros, a amarlo y a creer en Él. El Hijo ha experimentado
la historia pascual, el paso, la kénosis – descendimiento, envío para vivir
entre los hombres. Existen dos posibilidades: o aceptarlo, encontrarse con Él y
vivir su intimidad o rechazarlo y optar por las tinieblas, que para el
Evangelio de Juan representan a los que están e en contra del Verbo. Ambas
opciones deben ser únicamente tomadas en libertad, ya que la libertad constituye el máximo don que Dios
le regala al hombre, esto porque este mismo Dios es el libre por excelencia.
La Cuaresma nos ayuda a preparar nuestra vida creyente para
celebrar la Pascua definitiva, a esa por la cual Jesucristo vino (Lc 22,15), y
que es también anticipo de nuestra propia pascua el día en el que dejemos este
cuerpo mortal para acudir al encuentro de Aquél que fue enviado por puro amor.
Estamos llamados a experimentar la apertura que supera el egoísmo y que nace de
la salvación del Hijo que hizo el camino pascual. Jesús bajó del cielo para
hablarnos del Misterio de su Dios al que llamó papito querido manifestando una
relación filial única. Bajó
para ser levantado en la Cruz, de manera que “sus brazos extendidos entre el
cielo y la tierra trazasen el signo indeleble de la alianza” (Plegaria de la
Reconciliación I). A través de la Pascua estamos invitados a
entrar en la intimidad con el Dios Salvador. Esto nos permite comprender que
“el misterio del hombre, en su búsqueda de Dios, sólo puede alcanzarse si el
hombre acepta reunirse con Dios en el movimiento que lo hace bajar hacia Él, en
su Hijo, para comunicarle el Espíritu” (J. Laplace).
Para
la reflexión
¿Estoy
(estamos) dispuesto(s) a acoger y a creer en el Hijo que fue enviado por el
Padre para salvarnos?
¿Cómo
esta Cuaresma puede ser un renovar mi (nuestra) adhesión de discípulo misionero
a ejemplo del envío misionero del Hijo de Dios?
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