NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


lunes, marzo 09, 2015

La Cuaresma como vivencia profética - Tercer domingo de cuaresma

La cuaresma como vivencia profética - Tercer domingo de cuaresma


El Tercer Domingo de Cuaresma, el cual nos regala el Evangelio de la Purificación del Templo o más conocido como la expulsión de los mercaderes del Templo según el relato de Juan (Jn 2,13-25).En esta reflexión queremos pensar la Cuaresma como una vivencia profética.


1. La vivencia profética
Si alguien nos preguntase: ¿quién es el profeta?, podríamos responder siguiendo el imaginario popular y decir que es un adivino, alguien que sabe lo que sucederá en el futuro cercano o lejano, un personaje que conoce artes ocultas para poder profetizar. Pero si recorremos las páginas de la Biblia nos daremos cuenta de que esta concepción de lo que es el profeta está un poco equivocada. El profeta bíblico es un hombre o una mujer que, por medio de la escucha de la Palabra de Dios, vive su vocación de hablar de parte de Dios realizando dos acciones concretas: Primero anunciar la Palabra de Dios que recibió y segundo denunciar aquello que va contra ese mensaje: atropellos a la dignidad de la persona, situaciones de pecado, injusticias, etc. Ahora bien ¿qué tiene que ver el profetismo con Jesús, con la Iglesia y con nosotros?


En el Evangelio que hoy estamos meditando Jesús aparece como un profeta que denuncia la profanación que ocurría en el Templo (Jn 2,16). El botar las mesas de los cambistas y declarar que el Templo había sido convertido en un mercado me lleva a pensar en los nuevos mercaderes, en el dios-dinero, en la idolatría que hacemos del Mercado. La vivencia profética de Jesús le hace tener celo por la casa de Dios (Jn 2,17) que en definitiva es su presencia en medio de Israel. En esto también pienso en aquellos lugares en los cuales Dios sigue manifestándose. Según el texto de Mt 25,35-40 está en los pobres, en los cesantes, en los hambrientos. ¿Qué rostros son los marginados de hoy? Minorías sexuales, pueblos originarios, estudiantes, mujeres, enfermos, inmigrantes, los no nacidos. ¿Qué significaría hoy tener celo por la Casa de Dios? ¿Tenemos celo por el Reino de Dios que es vivencia profética y que viene a derrumbar las mesas de los cambistas? Creo que como cristianos y cristianas debemos atrevernos a denunciar tantos atropellos a la dignidad de la persona y estructuras de injusticia que se reciclan de la mano del dios dinero y de la religión del mercado. 


Primera clave entonces: Una cuaresma como vivencia profética. Somos profetas desde el día de nuestro bautismo. Eso no podemos desconocerlo. Hoy se hace urgente despertar el llamado de los profetas y profetizas. Nos urge y nos punza el Reino. 

2. ¿Pedir señales o creer en la palabra de Jesús?
Cuando leemos el texto bíblico de la expulsión de los mercaderes de Juan, vemos que existe una oposición y una controversia. Por un lado tenemos a los ‘judíos’ que piden una señal a Jesús para hacerles comprender el por qué realiza la acción de la expulsión de los mercaderes (Jn 2,18) y por otro lado dos grupos que creen en Jesús por la palabra que él pronuncia y por los gesto proféticos que él realiza. Esos grupos son los discípulos (Jn 2,22) y otro que llamaremos los ‘creyentes anónimos’ (Jn 2,23). 
Nuestra vida cristiana se ve constantemente enfrentada a esta disyuntiva: Pedir señales grandes y prodigiosas o creer en la palabra de Jesús y en la sencillez de los gestos que él realiza. Parece que esta oposición enfrenta al altanería y la humildad del Dios de nuestra fe, del que se Encarnó y llegó hasta los límites mismos de la existencia humana. La Cuaresma es para nosotros el momento propicio para experimentar la conversión que no es otra cosa que un cambio de actitud de manera de ubicar nuestra sintonía en la de Jesús que realiza gestos proféticos y pronuncia palabras controversiales. 


Se hace por tanto necesario un discernimiento, una escucha nueva. La escucha es la actitud del discípulo (Is 50,4) que se pone a los pies del Maestro para aprender de Él y entrar en su intimidad. Esta es pues la segunda clave. 


3. Destruir para reconstruir
“Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré (….) Él hablaba del Santuario de su cuerpo” (Jn 2,19.21). Cuaresma es la preparación a la Pascua, y todo el Evangelio que proclamamos se desarrolla en un contexto pascual (Jn 2,13). La experiencia del paso de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, del destruir para reconstruir es lo que configura nuestra vida cristiana. La Iglesia nace de la Pascua, la fe en Jesús se sostiene en su Resurrección, el testimonio de los apóstoles nació de la experiencia de haber visto al Resucitado, verdadero Templo de Dios. 

Como Iglesia debemos considerar esto de destruir para volver a reconstruir. Hay cosas que dañan al Pueblo de Dios y es ahí cuando se hace necesario reconocer nuestra vocación profética así como lo hizo Jesús, los mártires, Óscar Romero o tantos y tantas creyentes que no tuvieron miedo a las consecuencias de creer en Jesús de Nazaret. La Cuaresma tiene como horizonte la Resurrección y eso debe movernos a vivir en constante espera asumiendo siempre el desafío de derribar las mesas de los que quieren convertir la Casa de Dios en un mercado.

Para la reflexión

a. ¿Quiénes son los profetas hoy? ¿Qué me llama la atención de sus testimonios?

b. ¿Qué significa para mí botar la mesa de los mercaderes?

c. ¿Cómo vivir la Cuaresma en clave profética?


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bienvenido amig@, gracias por tu comentario