La cuaresma como vivencia profética - Tercer domingo de cuaresma
El Tercer Domingo de Cuaresma, el cual nos regala el
Evangelio de la Purificación del Templo o más conocido como la expulsión de los
mercaderes del Templo según el relato de Juan (Jn 2,13-25).En esta reflexión
queremos pensar la Cuaresma como una vivencia profética.
1. La vivencia profética
Si alguien nos preguntase: ¿quién es el profeta?, podríamos
responder siguiendo el imaginario popular y decir que es un adivino, alguien
que sabe lo que sucederá en el futuro cercano o lejano, un personaje que conoce
artes ocultas para poder profetizar. Pero si recorremos las páginas de la
Biblia nos daremos cuenta de que esta concepción de lo que es el profeta está
un poco equivocada. El profeta bíblico es un hombre o una mujer que, por medio
de la escucha de la Palabra de Dios, vive su vocación de hablar de parte de
Dios realizando dos acciones concretas: Primero anunciar la Palabra de Dios que
recibió y segundo denunciar aquello que va contra ese mensaje: atropellos a la
dignidad de la persona, situaciones de pecado, injusticias, etc. Ahora bien
¿qué tiene que ver el profetismo con Jesús, con la Iglesia y con nosotros?
En el Evangelio que hoy estamos meditando Jesús aparece como
un profeta que denuncia la profanación que ocurría en el Templo (Jn 2,16). El
botar las mesas de los cambistas y declarar que el Templo había sido convertido
en un mercado me lleva a pensar en los nuevos mercaderes, en el dios-dinero, en
la idolatría que hacemos del Mercado. La vivencia profética de Jesús le hace
tener celo por la casa de Dios (Jn 2,17) que en definitiva es su presencia en
medio de Israel. En esto también pienso en aquellos lugares en los cuales Dios
sigue manifestándose. Según el texto de Mt 25,35-40 está en los pobres, en los
cesantes, en los hambrientos. ¿Qué rostros son los marginados de hoy? Minorías
sexuales, pueblos originarios, estudiantes, mujeres, enfermos, inmigrantes, los
no nacidos. ¿Qué significaría hoy tener celo por la Casa de Dios? ¿Tenemos celo
por el Reino de Dios que es vivencia profética y que viene a derrumbar las
mesas de los cambistas? Creo que como cristianos y cristianas debemos
atrevernos a denunciar tantos atropellos a la dignidad de la persona y
estructuras de injusticia que se reciclan de la mano del dios dinero y de la
religión del mercado.
Primera clave entonces: Una cuaresma como vivencia
profética. Somos profetas desde el día de nuestro bautismo. Eso no podemos
desconocerlo. Hoy se hace urgente despertar el llamado de los profetas y
profetizas. Nos urge y nos punza el Reino.
2. ¿Pedir señales o creer en la palabra de Jesús?
Cuando leemos el texto bíblico de la expulsión de los
mercaderes de Juan, vemos que existe una oposición y una controversia. Por un
lado tenemos a los ‘judíos’ que piden una señal a Jesús para hacerles
comprender el por qué realiza la acción de la expulsión de los mercaderes (Jn
2,18) y por otro lado dos grupos que creen en Jesús por la palabra que él
pronuncia y por los gesto proféticos que él realiza. Esos grupos son los
discípulos (Jn 2,22) y otro que llamaremos los ‘creyentes anónimos’ (Jn
2,23).

Nuestra vida cristiana se ve constantemente enfrentada a
esta disyuntiva: Pedir señales grandes y prodigiosas o creer en la palabra de
Jesús y en la sencillez de los gestos que él realiza. Parece que esta oposición
enfrenta al altanería y la humildad del Dios de nuestra fe, del que se Encarnó
y llegó hasta los límites mismos de la existencia humana. La Cuaresma es para
nosotros el momento propicio para experimentar la conversión que no es otra
cosa que un cambio de actitud de manera de ubicar nuestra sintonía en la de Jesús
que realiza gestos proféticos y pronuncia palabras controversiales.
Se hace por tanto necesario un discernimiento, una escucha
nueva. La escucha es la actitud del discípulo (Is 50,4) que se pone a los pies
del Maestro para aprender de Él y entrar en su intimidad. Esta es pues la
segunda clave.
3. Destruir para reconstruir
“Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré (….) Él
hablaba del Santuario de su cuerpo” (Jn 2,19.21). Cuaresma es la preparación a
la Pascua, y todo el Evangelio que proclamamos se desarrolla en un contexto
pascual (Jn 2,13). La experiencia del paso de la muerte a la vida, de la
esclavitud a la libertad, del destruir para reconstruir es lo que configura
nuestra vida cristiana. La Iglesia nace de la Pascua, la fe en Jesús se sostiene
en su Resurrección, el testimonio de los apóstoles nació de la experiencia de
haber visto al Resucitado, verdadero Templo de Dios.
Como Iglesia debemos considerar esto de destruir para volver
a reconstruir. Hay cosas que dañan al Pueblo de Dios y es ahí cuando se hace
necesario reconocer nuestra vocación profética así como lo hizo Jesús, los
mártires, Óscar Romero o tantos y tantas creyentes que no tuvieron miedo a las
consecuencias de creer en Jesús de Nazaret. La Cuaresma tiene como horizonte la
Resurrección y eso debe movernos a vivir en constante espera asumiendo siempre
el desafío de derribar las mesas de los que quieren convertir la Casa de Dios
en un mercado.
Para la reflexión
a. ¿Quiénes son los profetas hoy? ¿Qué me llama la atención
de sus testimonios?
b. ¿Qué significa para mí botar la mesa de los mercaderes?
c. ¿Cómo vivir la Cuaresma en clave profética?
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