Qué gusto da echar unas cuantas cosas de esas que estorban. Fuera las comeduras de cabeza que no conducen a ningún sitio. Ay rabias, rencores duraderos, fuera también, que se gasta demasiado tiempo rumiando rencores y heridas. Fuera el miedo a los juicios de los presuntuosos o de los que se creen perfectos. Mandemos también pal... el orgullo si nos impide pedir ayuda, y la murmuración que solo hace daño. ¿Y qué decir del egocentrismo que a veces le hace a uno sentirse el centro del mundo? Que se vaya para no volver. Patada a la ingratitud, que demasiadas veces me impide darme cuenta de tanto como tengo. Para, más liviano, poder seguir caminando ligero de equipaje.
¿Qué tendría que quitar de mi equipaje? ¿De qué tendría que descargarme?
¿Qué es lo que me estorba o me hace mal en la vida?
En cambio habrá que aprovisionarse de buenas dosis de humor. Unas cuantas raciones de cariño, que bastante sequedad y dureza hay por ahí. No hay que dejar marchar la esperanza de que el mundo mejore, cerca y lejos. Conmigo tendré que llevar también valores, metas, sueños, proyectos… Dentro la familia. Y los amigos. Y los que necesitan mi ayuda (que no falte). Dentro la alegría, también de noche. Los abrazos. El tiempo para conversar. Una oración, de vez en cuándo, que me recuerde que no estoy solo. Un buen libro que me ayude a abrir la mente. Una canción para poblar los silencios. Dentro el deseo de lo bueno, la capacidad de perdonar y la humildad para nunca dejar de aprender.
¿Qué es lo más valioso en mi equipaje?
¿Qué más pondría 'dentro'?
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