NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


lunes, agosto 03, 2015

NO SOMOS ISLAS

Aunque a veces podamos sentirnos alejados. Aunque a veces pueda pesar un poco de soledad o de incomprensión. Aunque la comunicación sea una asignatura que no se aprende más que día a día, y con cierta dificultad. Pero, con todo, no estamos solos. Nos une la tierra subterránea. Nos unen puentes, a menudo indestructibles. Nos une, desde la fe, un Dios que late en cada entraña haciendo muy posibles los encuentros. Nos une la sed de amor, y la capacidad de amar. Somos tierra que puede ser pisada por mil pies. Y eso es muy buena noticia.

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Les preguntó: «Y vosotros, quién decís que soy yo?» Respondió Pedro: «Tú eres el Mesías de Dios» (Mt 16, 15-16)

Hay tantos momentos de encuentro en nuestra vida: una llamada, un correo, un mensaje, un café compartido, una mirada que no necesita palabras, las memorias compartidas, las historias que están en marcha, los proyectos por los que luchamos codo con codo, hombro con hombro, con otros. Nos une el cariño, y cuando es recíproco, entonces es una fiesta.

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¿Qué «encuentros» te parecen significativos en este momento de tu vida?
¿Cómo cuidas a los otros?

Desencuentros

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa». El se volvió y le dijo a Pedro: «¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme caer…» (Mt 16, 23)

Luego, es verdad que somos distintos. Que hay un punto de unicidad, de intimidad, de soledad en toda vida. Hasta en las parejas más unidas. Hasta en las historias de amor más recíprocas. Cada quién necesita sus espacios. A veces duele ese no poder poseer a los otros, ese no poder aferrarlos. A veces parece que se rompen los puentes que unen nuestras orillas: una pelea, una mala palabra, alguien que te falla –o a quien fallas… La vida es, en todo caso, una interesante escuela para no convertir las distancias en abismos insalvables. Y la fe ayuda a volver a abrir los brazos.

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Hay puentes rotos en tu historia?
¿Hay desencuentros? ¿Qué has aprendido en ellos?


















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