Ante el terrorismo islámico, la respuesta cristiana pasa por la condena de todo atentado contra la vida, el rechazo del odio, y la unidad de la comunidad internacional para afrontar sus causas, propone el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Ruini.
Los autores materiales e intelectuales de estos crímenes, reconoció, «matan lo más posible, con el objetivo de alcanzar de este modo mayores resultados para su infame estrategia».
«Ahora bien --subrayó--, al no dar importancia a la reacción moral que provocan estas acciones, demuestran su gran miopía, pues son incapaces de comprender que esta reacción acabará por derrotarles».
El segundo elemento de la respuesta al terrorismo expuesto por el cardenal Ruini es «el rechazo a entrar en una lógica que en cierto sentido sea semejante a la que inspira el terrorismo».
En particular --indicó--, el terrorismo no puede llevar a renunciar a «esa ética del amor fraterno, sin fronteras de razas, culturas, o de religiones, que en el Evangelio de Jesucristo se expresa con la fuerza más grande».
«Tenemos que estar atentos, por tanto, ante los riesgos del odio y de la intolerancia, particularmente en estos momentos con los musulmanes --advirtió--: ceder a esto significaría, en realidad, apoyar los designios de los terroristas».
El tercer aspecto de una respuesta, indicó, se basa en «la unidad de objetivos y la solidaridad sincera y activa en la prevención, en la represión, así como en la eliminación de las causas del mismo terrorismo».
«Esto exige la unidad profunda de nuestro pueblo, si bien en la legítima diversidad de las visiones e interpretaciones culturales y políticas --indicó--.
«No es menos importante ni esencial una solidaridad más amplia, que sólo puede tener una expresión adecuada y plenamente autorizada en las Naciones Unidas, a pesar de sus límites actuales de estructura y capacidad operativa, y que debe involucrar en particular a las mismas naciones islámicas», reconoció.
«Éstas, ciertamente con nuestra ayuda concreta, sincera y de amplias miras, tienen verdaderamente la posibilidad de influir positivamente en el caldo de cultivo de este terrorismo, en primer lugar a nivel espiritual y cultural, pero también a nivel social y económico», aseguró el cardenal italiano.
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