LA RESURRECCIÓN HAY QUE VERLA
Con los ojos de los sentidos
Por
la mañana, cuando todavía estaba oscuro, la sensibilidad y la
impaciencia de María Magdalena la puerta al sepulcro, y ve con sus ojos
sensibles que la piedra había sido sacada de la entrada del sepulcro. Y
acto seguido lo comunica a Pedro ya Juan, dando a una interpretación
razonable y plausible: "Se han llevado al Señor del sepulcro y no
sabemos dónde lo han puesto!"
Pedro
y el discípulo amado salen, a toda prisa, a comprobarlo con sus propios
ojos, y ven lo mismo que María Magdalena y algo más: una serie de
detalles sobre la sábana y el pañuelo de la cabeza que pueden confirmar
la interpretación de la mujer.
Pero,
sorprendentemente, la interpretación que da ese nuevo testimonio del
sepulcro vacío, ya no es el robo del cuerpo, sino el hecho de la
resurrección de Jesús. Lo que ya no pertenece a una interpretación del
ámbito de la sospecha humana y razonable, sino en el ámbito de la fe.
Con los ojos de la fe
La
interpretación de la Magdalena se basaba en la fuerza de lo que veían
sus sentidos. La interpretación del discípulo amado se basa en la fuerza
de la presencia de lo invisible (no por invisible, menos real) del
mismo Jesús, que, resucitado a la vida nueva y llena de Dios, le
infundía la fe.
Y
hoy somos nosotros los que en esta vigilia o este domingo venimos al encuentro de
aquel Jesús, muerto y sepultado y esa tumba vacía,
confirme nuestra fe, y sentimos en lo más profundo de nuestro interior
la alegría que esto ha de provocarnos, porque Jesús, el Enviado del
Padre, pasó haciendo el bien y liberando a los oprimidos por cualquier
daño, como hemos recordado en la primera lectura.
Con nuestra alegría
Y
nuestra fe en la resurrección de Jesús nos debe alegrar porque ella es
la garantía de nuestra resurrección. Y nuestra alegría debe ser
comunicada a todos. No es una alegría superficial. Una alegría que se
comunicará no sólo con palabras y sonrisas, sino sobre todo con el
testimonio de la vivencia de los valores que vienen de arriba. Son
aquellos que Jesús vivió durante su vida entre nosotros.
Con el pan y el vino
El
eucaristía, como bien sabemos, es el encuentro con Jesús resucitado
presente en el pan y el vino que compartimos, como Jesús hizo a la cena
que recordaron el jueves. Reafirmamos, pues, nuestra fe en Él para que,
entrando en comunión con Él, nos sentimos estimulados a vivir sus
valores en nuestra actuación diaria en favores de los demás. Y vivamos
los mismos contentos!
Igualmente,
también hemos de descubrir la presencia de Jesús resucitado donde haya
personas que los vivan en su vida familiar, profesional o social. Hay y
muchas! Descubramoslas: veamos y creamos !
LA VIDA HA TRIUNFADO!
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