NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


viernes, diciembre 30, 2016

año 2017

Para el 2017,  La transformación del mundo hay que hacerla todos los días con nuestros actos diarios. Sólo desde nuestros actos cotidianos, desde lo cercano y diario se podrá transformar la realidad, se podrá hacer un sitio más justo y más agradable para vivir   Pero esto no se puede realizar si uno previamente no está de acuerdo y se indigna con las realidades injustas del mundo. Y uno no puede indignarse ni no estar de acuerdo con ellas si antes no se ha puesto en el lugar del otro y ha sentido como el otro.
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Para hacer este mundo más habitable en el 2017 es necesario, en primer lugar, sentirse otro y desde el otro poder compartir su situación. Sentirse otro con el otro es pensar cómo deben sentirse las víctimas de la explotación laboral, penser que como el empleado que tengo,  cómo deben sentirse los campesinos-peones en los monocultivos de extensión igual o mayor que algunos países para que los consumidores del tengamos productos exóticos a precios asequibles. Es sentirse excluido del mercado de trabajo por tener más de una determinada edad, o un color de piel distinto, o un sexo que no es el masculino.

Nos dicen que es imposible cambiar, que el mundo se ha hecho tan complejo y sus problemas tan estructurales que es imposible cambiarlo desde la ciudadanía. Nos cuentan que ni siquiera las cumbres de altos funcionarios y jefes de Estado, ni siquiera los organismos multilaterales bajo paraguas de la ONU son capaces de ponerle remedio a la pobreza, a la miseria y a la degradación del medioambiente. 

Y sin embargo y a pesar de todo, es posible transformar el mundo desde lo chiquito y cotidiano. A veces dejamos de pagarle al que cuida a mi familiar por que se ausento por otras necesidades urgentes del trabajo, diciéndomelo, y esos 10, 12… euros que le quito a esa familia que les tocó salir de su país luego la gasto en chuches o en  adornos de navidad. No colaboro con… ya que no sé a dónde va ese dinero así es mejor, dejo de colaborar. Sospecho de todos y así no puede ser.


Este sueño de la nueva humanidad es una ilusión que el hombre ha tenido siempre muy dentro de su corazón. En especial es el anhelo de todos los hombres de nuestro tiempo, quizá porque como nunca antes, hemos podido ver la cantidad de miserias de las que el ser humano es capaz: el hambre, la guerra, la injusticia, la opulencia. Todos hemos estado buscando un mundo nuevo; éste ha sido el signo que ha abanderado prácticamente a todas las ideologías modernas: las filosofías de tipo comunista, capitalistas, las de tipo existencialista, las de tipo personalista.

Sin embargo, esta sed de un cambio choca una y otra vez con una misma realidad: la miseria y el egoísmo del hombre, que sólo nos llevan a la desesperación y a la desilusión. Basta ver la prensa para poder decir: ¿No tendríamos más motivos para desilusionarnos que para animarnos por la búsqueda de este mundo nuevo? Y así vemos cómo muchas personas que toman el camino de conseguir o buscar un mundo nuevo, el que acaban por seguir es el de la separación, del aislamiento, de la indiferencia. ¿Acaso la condición humana está reñida con la posibilidad de un mundo sin envidias, sin engaños, sin mentiras? ¿Dónde está este mundo? ¿Existe en alguna parte?

Cristo, en el Evangelio, nos habla de dos tipos de personas. Unos, los que se creen justos, que piensan que tienen todas las soluciones en las manos, pero que son invitados a trabajar en la viña de Dios y no van. Otros, los que caen, los que tienen debilidades y miserias, pero que se arrepienten y van. Éstos últimos, ayudados con la gracia de Dios, son los que construyen un mundo nuevo. Y son capaces de hacerlo porque han sabido encontrar el lugar donde está este mundo nuevo: en el propio corazón redimido por Cristo. Ahí está el mundo nuevo que Cristo nos da; ahí está la nueva humanidad que el Señor viene a realizar. Y lo hace de una forma muy especial a través de su Carne y su Sangre. Cristo Hombre, y al mismo tiempo Dios, se convierte para nosotros en la garantía de que ese mundo nuevo se puede construir en el corazón del ser humano.

El reto que se nos plantean es el dar a Cristo la posibilidad auténtica de que nazca en nuestro interior, aunque veamos a nuestro alrededor las cosas iguales o peores, a pesar de que en nuestro interior existan sentimientos de desánimo, de oscuridad o de desaliento. Que Cristo nazca en nuestros corazones es permitir en nuestra vida un mundo nuevo, y realizar este sueño está en nuestras manos. Todos a construir ese mundo nuevo ya, con ilusión, Feliz Año 2017 siempre en Comunidad
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