NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


sábado, mayo 02, 2020

Novena a la Virgen de Muskilda. Día 8


Mujer solidaria al lado de
su hijo que muere en la cruz.

La solidaridad lleva a
Dios a hacerse hombre en Jesús de Nazaret. Jesús es el Dios solidario y, por
eso, liberador del mal que pesa sobre la vida del hombre bajo diversas formas y
medidas (Lc. 4,19;7,22). Esa solidaridad liberadora del Dios de la vida, lleva
a Jesús a la pasión y a la cruz. Sus parientes que querían que Jesús fuese a
Jerusalén, para ganar en prestigio, no dieron la cara por él (lee Jn. 7,2-4).
Los apóstoles que aspiraban a los primeros puestos (lee Mc. 8,31-33; 9,30-35;
10,35-40) lo dejaron solo (lee Mc. 14,50).

María que había aceptado
plenamente en su corazón y en su vida al Dios solidario y salvador, está junto
a la cruz donde agoniza su hijo, preso por causa de la justicia, torturado,
condenado (Jn. 19,25-27). Es la Dolorosa ("a tí una espada te traspasará
el corazón" Lc.2,35), la madre que da la cara, silenciosa, digna,
participando en el amor redentor (liberador)



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