NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


lunes, diciembre 23, 2013

NAVIDAD, Dios con nosotros.



 
   
Cuando los ángeles cantan la gloria de Dios, cuando nosotros lo seguimos repitiendo, ¿de qué estamos hablando? ¿Dónde está, Señor, tu gloria? No en los pedestales, en los photocall, en las entregas de premios. No en las portadas de los magazines, ni en las listas de éxito de la revista Forbes. Tú no decidiste entrar en el mundo por la puerta de la fama, del glamour o del éxito. Optaste por otro camino, y llegaste desde abajo.
 
«Al instante se junto al ángel una multitud del ejército celeste, que alababan a Dios diciendo: Gloria a Dios en lo alto» (Lc 2, 13)
     Cuando oigo en los medios hablar de 'tocar la gloria', 'estar en la gloria', etc. siempre evoca momentos de triunfo, de victoria y celebración: la victoria de un equipo en una competición deportiva es, quizás, el mejor reflejo de esta gloria. Suena el canto de Queen We are the Champions, del cielo cae confeti, miles de gargantas rugen, entusiasmadas, y el capitán eleva la copa, aupado por los suyos. Qué distinta esa gloria a la tuya. La tuya es la constatación sencilla de que la victoria final es del amor, de nada más. Es la gloria de la coherencia, de la fidelidad a un proyecto y a una gente. Es el brillo de un amor que se da. Así, tan puro, tan pequeño, tan sencillo y tan difícil. No hay más camino, ni más sentido, ni más horizonte todo lo demás, a su lado, es pura fachada.
 
«¡… y en la tierra paz a los hombres que él ama!» (Lc 2, 13)
Ahí está el anuncio del ángel. Gloria a Dios, y paz en la tierra. Un binomio inseparable. Porque la guerra, la división, la violencia, desgarra el corazón de un Dios que nos quiere con locura. La paz es la respuesta al amor. Es una decisión, una opción, y un compromiso. Construir la paz, tender una mano, bajar los puentes levadizos. Seguramente hay en mi vida alguna que otra guerra, alguna que otra alambrada puesta, algún que otro muro que me separa de otros. No es fácil abrir esas puertas. Pero es necesario, para facilitar el encuentro y la concordia. El grito de paz en la tierra no es la constatación de algo que ya está ocurriendo –demasiadas veces sabemos que eso no es verdad–. Es, más bien, una declaración de intenciones. Lo que Dios quiere, lo que en Jesús propone, lo que con nosotros espera, es que, a su manera, desde la pequeñez de un niño, construyamos, juntos, la paz.


 

 

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