NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


viernes, julio 09, 2021

CRISTIANOS Y CRISTIANAS TAMBIEN EN LAS FORMAS

 

Tiene parte de leyenda negra y parte de realidad, aunque parece que en temas de Iglesia cualquier generalización está permitida. No es extraño haber oído la historia de los novios que van por primera vez a la parroquia y reciben tal charla de moralidad que les lleva a no volver a pisar un templo en su vida, por no comentar el carácter áspero de las monjas del colegio de no sé dónde hace varias décadas o las estupideces del catequista de turno en el ensayo de la primera comunión, por citar algunos ejemplos clásicos. Y desgraciadamente no es cosa del pasado, ahora a las malas formas se suman las alimañas que incendian las redes sociales, homilías infumables o correos sin responder, huyendo así de la alegría y de la lógica evangélica que debe inundar cualquier tipo de comunicación.

Esta es nuestra Iglesia, formada también por personas desbordadas por momentos y alguna que otra muy limitadita en cuanto a comunicación eclesial se refiere, sin embargo esto no justifica nada en absoluto. En ciertos casos no faltan a la verdad y tratan de defender tanto a la Iglesia como a la labor que se les ha encomendado como buenamente pueden. 

No obstante, hace falta un ligero matiz: la verdad de la Iglesia y su misión no es propiedad de nadie en particular, y menos para usarla como arma arrojadiza. Quizás si somos capaces de entender que nuestra tarea es servir a Dios a través de las personas y sus procesos y no custodiar o cuidar como soldados edificios, ortodoxias y normas, algunas de nuestras malas formas darían paso a una mayor cordialidad, cariño y respeto entre cristianos.

Nadie deja de ir al hospital porque una vez se cruzó con un médico grosero, pero quizás sí se deja de ir a misa y romper con la comunidad por un cura desagradable. Debemos asumir que cuando tratamos y hablamos de Dios y de la Iglesia entramos en un terreno sagrado y que cualquier paso en falso puede apagar la fe de una persona y generar así un inmenso dolor. La lista de gente que ha abandonado la Iglesia por una palabra inoportuna es enorme, y no son precisamente ofendiditos. Aunque no lo creamos, los cristianos nos jugamos más de lo que parece en las formas, en la educación y en el respeto, porque esto también habla de Dios. No me imagino a Jesús contestando de malos modos a los enfermos insistentes o a los discípulos despistados, más bien se centraría en ayudar a esa persona a crecer, pues como dijo aquel romano, una palabra Tuya -y he aquí la cuestión- bastará para salvarse.

Aunque hay algunos que la excusa de abandonar la Iglesia ya la tienen (el cura tal, la monja cual o el seglar ese…) muchos de esos también podrían decir “sigo aquí” por el cura tal o la monja cual o el seglar ese, ya que buenos, santas, extraordinarios también hay y muchos.



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