NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


viernes, octubre 10, 2025

Misioneros y Misioneras en una iglesia sinodal

Los misioneros en una iglesia sinodal son discípulos

 misioneros que, guiados por el Espíritu Santo, caminan juntos

 en comunión, participación y misión para anunciar el

 Evangelio. En este modelo de Iglesia, la misión se convierte 

en el horizonte de la sinodalidad, impulsando la conversión

 personal y comunitaria para una mayor eficacia y creatividad

 en el anuncio del Evangelio al servicio de todos y todas, de

 manera preferencial por los pobres y excluidos.



Características de la misión sinodal
  • Caminar juntos: La sinodalidad es sinónimo de caminar juntos, tanto dentro de la comunidad eclesial como hacia el mundo exterior. Obispos, Seglares, Religiosas y Religiosos y Sacerdotes en igualdad
  • Escucha y discernimiento: Implica escuchar la voz de todos los fieles y discernir juntos la voluntad de Dios, para así crecer en comunidad y en misión.
  • Participación de todos: La misión evangelizadora es responsabilidad de todos y todas los bautizados, promoviendo la participación activa de cada miembro.
  • Conversión relacional: Exige una conversión en las relaciones, siendo el cuidado de los vínculos la forma de vivir la misión, en lugar de ser solo una herramienta para la eficacia organizativa.
  • Misión "en salida": Se trata de una iglesia "en salida", con las puertas abiertas, que no se encierra en sí misma sino que sale al encuentro de los más necesitados, con misericordia. Al mundo gay, a las mujeres, a los excluidos.
  • Diversidad de carismas: Busca valorar y sanar heridas, reconociendo la diversidad de carismas, vocaciones y ministerios necesarios para la misión.
  • Misioneros digitales: Reconoce el rol de los misioneros en los entornos digitales para llevar el Evangelio. 
Implicaciones para los misioneros
  • Ser protagonistas: Cada bautizado tiene la posibilidad y la responsabilidad de ser protagonista de la misión.
  • Unirse al proceso: La labor misionera se integra en un proceso sinodal más amplio que busca escuchar, discernir y actuar juntos.
  • Novedad en la acción: Se busca pasar de una misión meramente programática a una "misión paradigmática" que transforma el modo de ser y hacer de la iglesia. 

viernes, octubre 03, 2025

¿Por qué «nos quema» que el aborto sea noticia?




Ante la noticia de la creación de una web para ayudar a las mujeres a abortar. Y el juego entre los políticos, votando leyes para informar sobre un síndrome post aborto que algunos afirman tajantemente que no existe. Reconozco que, como médico y mujer creyente, hay muchas cosas que me queman por dentro.

Uno. No entiendo por qué los políticos han de decidir qué información se nos da a los ciudadanos. La información nos hace libres, porque sólo desde el conocimiento más amplio posible, puedo realmente tomar decisiones plenamente libres adaptadas a la situación concreta. El tráfico de mentiras y medias verdades nos somete.

Dos. ¿No se informa y se hace firmar a cualquier persona que va a entrar en un quirófano, a pesar de ser una cirugía aparentemente “fácil”, de las posibles complicaciones? ¿No llevan todos los medicamentos un amplio desplegable con todos los efectos adversos posibles? ¿Por qué no va a ser lo mismo con las consecuencias que produce en la mujer, la interrupción voluntaria del embarazo?

Claro, aquí entra lo del “aval científico” que se escucha. Que lo que no se nombra en el CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud) o en el DSM 5 (guía de clasificación de trastornos mentales publicada por la American Psychiatric Association), no existe. Parece que nadie ha decidido validar los artículos que se han publicado al respecto. Quizás tampoco interese realizar un estudio con todas las mujeres que han pasado y pasarán por este proceso. No hace falta que entremos en cuestiones de creencias. Es evidente que a nivel físico y mental un aborto (voluntario o no), afecta a la mujer. Básicamente porque no somos robots, y no necesito ser médico para saber esto.

Tres. No puedo aguantar que se use una realidad tan dura para la persona como arma política. Sembrando más y más polarización. ¿Para cuándo un proyecto común en el que el ser humano esté en el centro? Que las mujeres, los migrantes, los ancianos… los más vulnerables de nuestra sociedad por la causa que sea, no sean usados para dar color a una banderita.

Ojalá crezcamos en la línea de ser una sociedad más libre y fraterna.


lunes, septiembre 22, 2025

EL ODIO O LA JUSTICIA

 EL ODIO O LA JUSTICIA



Que los Judíos, los de Hamas, Ucrania o Rusia, Yemen o Arabia Saudita... derecha o izquierda... El odio es una de las peores manifestaciones del mal que hay en nuestro mundo. Nos pone en aquella parte de nosotros mismos que nos descontrola, el corazón calla y las razones dejan de ser válidas, mandan las entrañas, la visceralidad nos ciega y entonces sólo podemos continuar en la espiral de violencia.

No es simplemente una cuestión ideológica. No se trata que han matado a uno de los otros o de los míos. Se trata de que el odio se ha apropiado hasta tal punto de una persona que la ha puesto en un extremo irreversible. Debería activar todas las luces de emergencia y hacernos reflexionar largamente sobre qué ha podido fallar en nuestro mundo, que está fallando, para que el odio esté instalado entre nosotros. Porque cuando llega, viene para quedarse, y cuando nos domine será demasiado tarde. Hay que pararlo ya.

Estamos alimentando un discurso de odio, sutilmente, pero de forma constante, con mensajes en redes sociales llenos de rencor, conversaciones que nos retroalimentan en nuestra posición, deshumanizando al otro, solo porque no es de los míos… Y no somos inmunes a ese caldo de cultivo. Las muertes debería hacernos pensar a cada uno sobre lo que publicamos, las afirmaciones que hacemos, sobre si nos paramos lo suficiente a pensar antes de formar un juicio inapelable sobre un asunto. 

Al final tú decides. Atrapado en el rencor, o libre para intentar comprender, aceptar. Encadenado en el odio, o libre para acoger.

El odio nunca será justo

jueves, agosto 28, 2025

¿Cristiano Amable?

 ¿Cristiano Amable?



Muchas veces caemos en la tentación de vivir desde una lógica de rentabilidad en la que lo más urgente es la ganancia,  time is money (el tiempo es dinero) y dejamos de lado el detenernos ante los pequeños detalles que le dan el buen sabor a nuestra vida. Olvidamos que vivimos entre personas absolutas en sí mismas y caemos en la trampa de ver a los otros como meros medios que nos ayudan o nos estorban para lograr un fin determinado o, lo que es peor, los vemos como fríos números que suman o restan en términos de pérdida o ganancia.

Nos decimos cristianos y con nuestro síndrome de salvadores del mundo pasamos la vida atropellando a los demás. Incapaces de detenernos a escuchar, vamos a toda prisa en una carrera sin fin. Nuestro ceño fruncido parece imponerse ante una tierna sonrisa. Nuestra mirada opacada suele ver a todos como objetos y deja de asombrarse ante la belleza y olvidamos escuchar los sonidos de la realidad. ¿En qué momento hemos olvidado a aquel Jesús de Nazaret, pobre hasta de tiempo, que sabía detenerse ante las necesidades de los demás? Ese Jesús que no se acelera en medio de las urgencias de Jairo, el jefe de la sinagoga, ni pierde su centro ante las multitudes que lo avasallan. Si contemplamos bien a Jesús, podemos caer en cuenta que sabe detenerse ante aquella mujer con flujo de sangre necesitada de consuelo, que con tanta fe había tocado su manto (Mc 5, 21-43).

En Fratelli Tutti el papa Francisco nos insta una vez más a recuperar uno de los signos más elocuentes del cristiano: la amabilidad. Nos recuerda que todavía es posible cultivarla, si es que la hemos desterrado de nuestra vida. Rehabilitar la amabilidad nos libera del cruel verdugo que muchas veces llevamos dentro y nos convierte en estrellas que dan luz y hacen la vida más agradable a los hermanos en medio de la oscuridad de una existencia acelerada e individualista. Un cristiano amable es aquel que se ha sentido amado incondicionalmente, que ha contemplado que el actuar de Dios en el mundo es lento y constante, un cristiano que ha percibido la presencia de su Señor en la suave brisa de la mañana o en la voz silenciosa que le reanima en medio de la fatiga del trabajo. Un cristiano amable es aquel que sabe anteponer sus propias necesidades y urgencias egoístas para buscar el bien común; es un hombre y una mujer que sabe tratar a los demás, que es cuidadoso con sus palabras y gestos para no herir a los demás, está presto y diligente para aliviar el peso o el sufrimiento de otros.

No nos convirtamos en jueces ni en manipuladores para nuestro bien.

jueves, agosto 14, 2025

¿ Ante quién hacemos genuflexión, reverencia?

 


Recién llegado a España tuve un problema en la rodilla derecha, una vez en misa, ante el Santísimo hice una genuflexión ( acción y efecto de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo, ordinariamente en señal de reverencia)  por supuesto que doble la izquierda. Al terminar la misa se me acerco una Sra y me dijo que la genuflexión con la izquierda era para los reyes, como no tengo cultura de reyes o reinados, ní idea,  le respondí a la Sra. que sólo hacía genuflexión a Dios, y si tenía que hacerla ante alguna persona prefería hacerla ante un inmigrante, una prostituta o una persona en un psiquiátrico.

La reverencia hace referencia a un valor importante en nuestra vida: el respeto. Algunos creen que en las generaciones más jóvenes se perdió y en las mayores, algo olvidado. Este gesto de reverencia evoca, incluso corporal, una veneración. Se trata de reconocer a ese “alguien” como digno, con grandes virtudes o por lo que puede representar o recordar.

Me dejo cuestionar: ¿Ante quién o ante qué hago reverencia? En los tiempos que corren, donde vemos disputas continuas en quienes nos representan, ciertas falsedades publicadas con descaro en las redes, corrupción, continuos desprecios… pide de nosotros repensar lo respetable. Reconocer quién para nosotros hoy es modelo a venerar y qué se merece esa inclinación. Me surgen algunas imágenes en mi mirada creyente: el inmigrante, la anciana sola en la residencia viendo la misa dominical, el niño feliz en la puerta del colegio, el joven trabajador soñando en su futuro, la chica que han traído engañada y hoy es prostituta, la monja de 85 años de edad y 60  viviendo en amazonas… y así tantos rostros que esconden algo de la Presencia más divina de un Dios que quiere ser para nosotros modelo de dignidad.

 No va de reconocer quién padece más. Es saber inclinarnos, de cuerpo y espíritu, ante aquellos que nos evocan algo de Dios. Personas, lugares, situaciones que nos sitúan ante la realidad de una humanidad traspasada por la Bondad Infinita de Dios.

 Hagamos una renovación de nuestros gestos. Seamos más propensos a la reverencia ante quién nos acerca algo de la Presencia divina. Exige algo de nosotros. una mirada evangelizada. Pide estar internamente conectados, como nuestros móviles a la red, para poder sentir y expresar con gestos. No seamos fríos y distantes ante quién evoca algo importante. Jesús nos lo recordó en su vida: cada vez que a uno de estos… le han dado de comer, lavado, atendido, abrazado, acariciado… me lo han hecho a mí (Mt 25). Aprendamos que la reverencia que hacemos ante el Santísimo Sacramento, expuesto en nuestras Iglesias, nos mueva el corazón para hacer reverencia ante tanto hermano y hermana que camina junto a nosotros en lo cotidiano.



martes, agosto 05, 2025

Tengo derecho a equivocarme

 TENGO DERECHO A EQUIVOCARME


Es la típica frase que todos hemos dicho alguna vez. O cuando alguien se quejaba de no poder hacer algo, o porque sencillamente quedaba bien. Y está en el aire, ya sea en instagram o en una conversación entre amigas o amigos. Surge, porque así lo creemos, pero no por ello no deja de ser una pequeña mentira de nuestro tiempo.

De las equivocaciones se aprende. Todos lo hemos vivido. Meteduras de pata, errores o fracasos que con el tiempo se han tornado algo positivo, porque fue un punto de inflexión, porque nos hizo recapacitar o porque se abrió un nuevo horizonte. Y es que Dios no quiere nuestro mal, pero puede hacer de ese mal un espacio de fe, de aprendizaje y de crecimiento.

Sin embargo, equivocarse nunca puede ser un derecho, porque a veces conlleva una dosis de dolor para nosotros y para otros e implica pactar con el mal. Y porque decir que algo es un derecho incluye decir que es una posibilidad, y que por tanto no es tan malo. Y en las decisiones uno debe aspirar siempre al bien. Nadie lanza un penalti para fallarlo.

A veces me equivoco por mediocre, no preparé el tema o el ejercicio porque me dio pereza. Otras veces me equivoco por hacer las cosas de mala gana, y otras lo uso como escusa, por no querer pedir ayuda me puedo equivocar también. El tema es que quizá otras personas se vieron afectadas por este tipo de equivocación.

Los errores llegan tarde o temprano y nos sirven para aprender, pero ya que estamos, mejor no equivocarse, porque no está el mundo para hacerse daño así como así. Ojalá tengamos siempre la lucidez de saber dar en el clavo, aún sabiendo que equivocarse forma parte del camino y nos ayuda a crecer, pero nunca será un derecho, ni tampoco un drama, dicho sea de paso.

viernes, julio 18, 2025

CREER SIN SENTIR

 


La fe es una relación de un individuo, con toda su complejidad, con la transcendencia que, por definición, es Misterio.

Cuando nos proponemos evangelizar o realizar alguna actividad pastoral, nos surge la duda de cómo hacer posible el milagro de la fe. No está en nuestras manos, pero tampoco podemos permanecer inactivos. Es un don, pero hay que aprender a acogerlo.

Trabajar la dimensión emocional puede ser un atajo. Creemos al haber sentido algo, como los discípulos de Emaús cuyo corazón ardía mientras Jesús les explicaba las Escrituras (Lc 24, 32). Sin embargo, la fe no es el fervor experimentado. Este es solo una consecuencia.

A veces se habla del creer sin sentir para sortear el peligro del sentir sin creer. Esto es, centrarnos en la experiencia subjetiva, en la volatibilidad de los sentimientos, y no en el encuentro con la persona de Jesús. Sería fiarse de la propia afectividad y no confiar en Aquel que ha venido a visitarnos.

En tiempos de banalidad es fácil sucumbir frente a la tentación de lo emocional, de lo estridente, de lo espectacular. La escarcha de la rosa mística, la ostia que sangra, la procesión de la virgen... Entonces, la brisa suave (1Re 19, 12) nos puede pasar desapercibida y no prestamos la atención debida a nuestro convecino de Nazaret (Mc 6, 1-6).

Ahora bien, tampoco podemos caer en el extremo opuesto y renunciar a nuestras emociones pensando que así estamos más avanzados espiritualmente. En ocasiones, la práctica rutinaria de la vida  acaba derivando en una moral estoica. Para esquivar el espejismo del sentimentalismo, podemos caer en la trampa de una sobriedad engañosa que, carente de entusiasmo y bajo la fachada de madurez, disimula el hecho de haber renunciado “al primer amor” (Ap 2, 4).

La fe comporta amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todo el ser (Mc 12, 30). Ningún aspecto de nuestra identidad puede quedar al margen de la experiencia de la fe.