NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


viernes, abril 28, 2017

Resucito, hay esperanza

La resurrección de Jesús, esperanza de vida ante tanta violencia, injusticia y sufrimiento

Vivimos en un mundo donde se propagan mitos, leyendas, se inventan historias de las personas, etc. Pero, la resurrección, ¿es una invención para huir del sufrimiento, de los grandes retos de la historia y calmar el dolor de las tragedias, o tranquilizar las conciencias? ¿Es la resurrección una concepción alienante que nos ayuda para bajar el estrés cotidiano ante tantas cosas que nos afectan?  O podemos preguntarnos, ¿es la resurrección una experiencia real en la que sí podemos fundar las esperanzas humanas? ¿Qué puede ofrecer esta esperanza para los pueblos crucificados por tantos problemas y situaciones inhumanas? 

¿Por qué hablar de resurrección en nuestros días?
La respuesta es evidente. Porque existen tantas personas, comunidades y pueblos que de manera semejante viven y sufren en carne propia la pasión, la crucifixión y la muerte de Jesús. Porque vivimos en un mundo donde la experiencia de la muerte se hace presente en todas partes. La muerte no es solamente un proceso biológico terminal, es un proceso que se desarrolla en cada acontecimiento, en cada evento y se va expandiendo en todas aquellas situaciones donde se va extinguiendo la vida humana, de los ecosistemas, de la creación. No solamente es un hecho personal sino también social. Por ejemplo, nos podemos referir a dos realidades que nos afectan constantemente: la violencia y la pobreza.
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Pensar y escribir sobre la resurrección no es para que se asuma la vida con fatalismo, ni conformismo, ni tampoco de forma derrotista sino todo lo contrario, es un esfuerzo para actualizar una experiencia real de alguien que pudo resistir activamente a la violencia con la no violencia, y también que acompañó siendo solidario a quienes más sufrían la pobreza. La resurrección es el final de una persona que ha vivido proféticamente su vida con un horizonte utópico.
El resucitado es el carpintero de Nazaret que aprendió a caminar humildemente con su pueblo, entregando absolutamente su vida, poniendo el corazón, todo su haber y su poseer al servicio del proyecto del Reino de Dios Padre.


El encuentro con el crucificado y resucitado no se vive solamente como una experiencia interior profunda, sino que además se actualiza cuando se buscan los medios y los recursos para superar la violencia, la pobreza y los males sociales que nos afectan haciendo posible el Reino de Dios. La resurrección es una experiencia real de quien ha optado por el Reino de Dios que implica necesariamente una opción por la vida, y en el contexto de la violencia, esto solo se concreta haciendo justicia a las víctimas de la injusticia de manera esperanzada y esperanzadora que tanto hace falta hoy. Resucitar es salir del sepulcro, salimos del sepulcro cuando vivimos el presente anticipando la promesa del mundo futuro donde seremos plenamente resucitados, donde reinará la justicia, la paz y la vida digna.
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