NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


viernes, julio 15, 2022

Matrimonio esclavo... y letal

 

Matrimonio esclavo... y letal


 

Arooj y Aneesa Abbas deseaban ser libres y escapar de una boda concertada con sus primos. Las asesinaron. Al año, 12 millones de menores en el mundo son obligadas a casarse con quien no quieren, según la ONU.

Arooj y Aneesa Abbas pagaron con sangre su último deseo: vivir en libertad. Las hermanas, de 24 y 21 años, se negaron a interpretar el guion de vida que habían escrito para ellas sus seres queridos. Se hartaron de seguir las reglas impuestas por un padre estricto y controlador; y de que su inestable y violento hermano, Shehryar, vigilara cada uno de sus pasos y aplicara la voluntad paterna con puño de hierro. Dispuestas a iniciar su propio destino, rompieron el contacto con los hombres de su familia y abandonaron el piso de Terrassa (Barcelona) donde residían los Abbas. Ambas habían sido víctimas de un matrimonio forzado en su país de origen, concertado con sus primos, y las dos querían tramitar el divorcio en los juzgados catalanes. Pero un plan urdido en secreto por sus familiares las llevó de vuelta a Gujrat (en el Este de Pakistán) en mayo de este año, un viaje que terminó cuando acabaron con sus vidas.


Les dijeron que su madre, a quien sus hermanos mantuvieron incomunicada en el país asiático durante el complot, se moría. Tras una larga enfermedad, quería despedirse de ellas antes de fallecer. Cuando llegaron al pueblo de Nothia, se destapó el engaño. Solas, sin apoyos, y bajo una presión asfixiante, Arooj y Aneesa mantuvieron hasta las últimas consecuencias una rebelión que fue, también, un desafío al sistema patriarcal islámico.
Se negaron a llevar a España a sus maridos -con quienes las habían casado unos años antes, al cumplir la mayoría de edad-, que pretendían utilizarlas (pues las jóvenes tenían permiso de residencia) para interceder por ellos ante las autoridades españolas. También dejaron claro que no se plegarían a las exigencias del hermano, quien las quería viviendo en Pakistán, donde los hombres podrían controlarlas. Lo que ellas deseaban, como habían hecho saber en Cataluña y repitieron en su país, era divorciarse, casarse con sus novios de Barcelona. Hacer su vida. Por ello, las manipularon para viajar a Gujrat y, una vez allí, fueron asesinadas mientras dormían por un grupo de hombres, entre los que se encontraban sus suegros y sus dos hermanos.
El doble homicidio de Arooj y Aneesa ha supuesto una bofetada de realidad. Los matrimonios forzados existen, así como el aislamiento que sufren muchas paquistaníes en los procesos migratorios (inclusive en Europa) o la persistencia de los llamados “crímenes de honor”. Cada año, más de medio millar de mujeres son víctimas de ellos solo en Pakistán, aunque las asociaciones estiman que las cifras son más elevadas. A menudo son los familiares más cercanos quienes los cometen, cuando las mujeres no cumplen con la conducta establecida en el país, donde el matrimonio forzado es ilegal, pero se considera válido casarse con una mujer a partir de que esta tenga su primera menstruación. La mayoría de las niñas la tienen con 12 años.


“Desde pequeños, los hermanos, mayores o pequeños, adoptan ese papel de guardianes-espías, llegando incluso al acoso o a la violencia física contra sus hermanas, a menudo por delegación del padre, y es la familia más directa de la chica la que acaba cometiendo el asesinato”, cuenta Rubia Naz. Ella también llegó desde el Gujrat a Cataluña, donde cofundó la Asociación Pakmir para integrar a las mujeres paquistaníes en el tejido económico, social y cultural español. Recuerda el caso de Sana Chima, de 26 años, que conmocionó a Italia en 2018. La mujer, que tenía la nacionalidad italiana, se negó a casarse con un familiar en Pakistán y acabó asesinada a manos de su hermano, su padre y su tío, aunque todos ellos fueron absueltos.


Las causas para cometer un “crimen de honor” abarcan desde el adulterio hasta el intento de divorcio. “Son hombres que asesinan a mujeres por sistemas morales concebidos por hombres, como la idea del honor. El machismo presente en la sociedad pone a las mujeres como portadoras del honor familiar y lo utilizan para culparlas cuando su comportamiento difiere del esperado y daña el ego masculino”, explica Naz.


Para ella, vincular estos hechos atroces a la “cultura” y no a la misoginia es “xenófobo y discriminatorio” porque “el machismo no solo existe en España; no puede ser que lo que ocurre aquí se llame machismo, pero lo que pasa allí se atribuya a ‘su cultura’. El matrimonio forzado no tiene que ver con la cultura y no es algo que se limite al contexto paquistaní, también sucede en Burkina Faso, Mali o Sudán”, lamenta, y remarca que “no es justo para las mujeres no tratar igual un crimen machista aquí que en otros países, donde entonces son una salvajada”.

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