LAS MUJERES DE IRÁN
Irán arde a propósito de la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, tras pasar por una comisaría de la policía moral que le había detenido por no llevar bien puesto el hiyab obligatorio para la mujer en público
Está claro que sus defensores, tanto varones como mujeres, consideran la vestimenta femenina como un signo inamovible del carácter islámico de la sociedad iraní. Para las capas más secularizadas, principalmente en las grandes ciudades del país con acceso a internet, no deja de ser un signo más que controvertido y así lo vienen expresando en las protestas de la última semana.
En el aluvión informativo de los últimos días, me quedo con una expresión que le leí a Rana Rahimpour, presentadora iraní-británica del servicio en farsi de la BBC. Sostenía que mucha gente «profundamente religiosa» piensa que llevar el velo «tiene que ser una elección». «Deja de ser religión cuando se obliga», recalcaba.
El profeta Isaías lo expresó mejor que nosotros siete siglos antes de Cristo: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí». El único motor de la fe –de una fe que no sea mera apariencia social, sino expresión del espíritu– es la libertad. La policía de la moral colectiva puede imponer un código de vestimenta, pero nunca una creencia religiosa.
Y mi pregunta, ¿Donde están las feministas? ¿Dónde están las marchas feministas por las mujeres de Irán? ¿Porque todo lo que no huela a ideología de género no merece defensa y lucha alguna?
Queda claro que el feminismo es una cosa, pero la defensa real de la mujer es otra muy diferente. Las injusticias que sufren las mujeres en el mundo por el mero hecho de serlo, merecen una defensa recta, tolerante e imparcial. De lo contrario, sólo servirá al juego de quienes las utilizan como excusa para otros fines
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