NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


miércoles, febrero 15, 2017

La Violencia Perversa

Para comenzar una cita:
“La exclusión de la población, la subversión y la destrucción de la  naturaleza, todo esto no es producto de una maldad, sino de una racionalidad perversa. Un malvado es capaz de matar a mil personas, pero termina fastidiado, y muchas veces sucumbe al suicidio. Pero alguien que opera con una razón  instrumental, mata a millones y no tiene problemas. Tiene capacidad infinita de matar. Es la racionalidad de nuestra sociedad la que produce las  irracionalidades” (Hinkelammert: “Teología profana y pensamiento crítico”).  

La violencia puede ser analizada en tres dimensiones:

  1. Los sujetos directamente responsables de la violencia
  2. Las estructuras que organizan la violencia
  3. La racionalidad perversa que hace posible la violencia.

Hay un texto de Pablo de Tarso a los Efesios que distingue estos tres niveles: “Nuestra lucha no es fundamentalmente contra la carne y la sangre, tampoco es solo contra las potestades y autoridades, sino sobre todo contra  los poderes espirituales y trascendentes de la maldad” (ver todo el texto: 6, 10-20)

Ciertamente hay que analizar los sujetos (“la carne y la sangre”) y las estructuras de la  violencia           (“potestades y autoridades”). Pero es necesario ir mas allá y más adentro hacia esos “poderes espirituales y trascendentes de la maldad”, que  hemos llamado la “racionalidad perversa que hace posible la violencia”. 

La gente que ha sufrido en forma cruel y permanente la violencia, conoce quienes son los sujetos y las estructuras que la ejecutan, pero la pregunta que queda sin respuesta es siempre: “cómo es posible que esta violencia  cada día tenga más fuerza. Hay un “algo más” que no es tangible: una “racionalidad perversa”, “poderes espirituales y  transcendentes”. 

En este contexto veremos algunas citas de la Exhortación Apostólica “Alegría del Evangelio” del Papa Francisco 
“Algunos desafíos del mundo actual” (números 52 - 60)

52: “…la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente…” 
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53.”Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».

55. “Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: la negación de la primacía del ser humano. Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo.”

56. “Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas.   A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. Cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta.”

57. “Tras esta actitud se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. La ética suele ser mirada con cierto desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la personaEn definitiva, la ética lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de las categorías del mercado. Para éstas, si son absolutizadas, Dios es incontrolable, inmanejable, incluso peligroso, por llamar al ser humano a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética –una ética no ideologizada– permite crear un equilibrio y un orden social más humano. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los gobernantes de los países a considerar las palabras de un sabio de la antigüedad: «No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos».

59.”Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia.“

60. Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. 

75. No podemos ignorar que en las ciudades fácilmente se desarrollan el tráfico de drogas y de personas, el abuso y la explotación de menores, el abandono de ancianos y enfermos, varias formas de corrupción y de crimen. 

“La dimensión social de la evangelización” (números 186-216)

202. “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales.”

204. “Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. “

210. “Es indispensable prestar atención para estar cerca de nuevas formas de pobreza donde estamos llamados a reconocer a Cristo sufriente: los sin techo, los toxicodependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados.  Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos.”

201. “Siempre me angustió la situación de los que son objeto de las diversas formas de trata de personas. En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda.   Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia.”

(Fin citas del Papa Francisco).       
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Reflexiones sobre estos textos del Papa Francisco. 

Lo primero es definir que es el fetichismo o idolatría. El Papa habla del fetichismo del dinero, del mercado y de la economía en general. El fetichismo nace cuando las cosas se transforman en dios, y dios se transforma cosa. Dios no muere, se transforma en dinero. El oro es un metal precioso, pero se transforma en el dios del sistema económico. El oro es el dios del mercado. 

El problema no es el ateísmo, sino la idolatría.  La pregunta fundamental no es si crees o no crees en Dios, sino en cual Dios crees. El Dios de la vida o el dios del mercado

La crisis económica es también una crisis antropológica, pués reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo. El fetichismo del dinero y del mercado  es inhumano, crea esa economía que mata, un sistema asesino del ser humano.  Es este el fetichismo o idolatría, la fuerza perversa que da vida a la violencia  criminal organizada  

A partir de esta primacía del ser humano, Francisco elabora un humanismo de la praxis, contrario a las ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados, la especulación financiera, y la consecuente negación de los Estados, como los encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible. 

Ni el mercado, ni el capital, ni el Estado, ni ninguna otra institución o ley, es el ser supremo para el ser humano. El ser humano mismo es este ser supremo. Por tanto, todos los dioses que declaran al mercado o al capital o al Estado o cualquier institución o ley como el ser supremo para el ser humano son dioses falsos, ídolos, o fetiches.

La política por tanto tiene que ser una política de humanización, no de comercialización. Eso incluye la humanización de la naturaleza que presupone el reconocimiento de la naturaleza como sujeto. 

La sociedad capitalista pone al mercado, no el hombre, como ser supremo para el ser humano. Esto lo hace hoy presente el neoliberalismo en la forma hasta ahora más extremista. Nuestros medios de comunicación y la gran mayoría de nuestros economistas muestran su desprecio del ser humano, al reducirlo a “capital humano”. Lo que distingue a las personas es nada más que la suma de dinero que dispone cada uno. Es todo un rito religioso. 

Aparecen lugares sagrados donde se  concentra  el culto a los dioses del mercado. Son especialmente los bancos, las grandes corporaciones y también muchos lugares eclesiásticos. Contienen inclusive una teología expresa, que es la teología de la mano invisible del mercado. Se trata de una fuerza mágica que, según los teóricos del mercado, asegura un funcionamiento perfecto del mercado, por el cual éste se autocorrige y se autorregula, de una manera tal, que siempre asegura, por el acto de su magia, resultados óptimos, algo que ninguna intervención en los mercados podría alcanzar y menos superar.
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La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado. Francisco ve una situación de simple indiferencia que permite cometer los crímenes y genocidios más grandes, sin siquiera un reacción mínima frente a eso.  

Cuando Dios se transforma en dinero, y cuando el oro se transforma en Dios tenemos el  fetichismo o idolatría que asesina al ser humano. 

Esta  es la racionalidad perversa de la violencia, que da vida al Crimen Transnacional Organizado,  es el fetichismo o idolatría, que niega al Dios de la vida cuya gloria es el ser humano vivo. 

El padre de la Iglesia San Irineo resume:
“La gloria de Dios es el ser humano vivo 
y la gloria del ser humano es la visión de Diós”
(“Gloria Dei vivens homo, gloria autem hominis visio Dei”)

Mons. Romero solía decir: “La  gloria de Dios es el pobre vivo”     Pablo Richard

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