NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


miércoles, febrero 14, 2018

La Cuaresma es un nuevo comienzo, y un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una llamada a la conversión, a volver a Dios de todo corazón, a crecer en la amistad con el Señor….
Este párrafo, con el que el Papa Francisco inicia su Mensaje Cuaresmal de este año, sugiere unas actitudes que son básicas, imprescindibles, para pasar a la Cuaresma concreta que nos llama en la persona del pobre Lázaro de la Parábola que comenta.
“Lázaros”: los tenemos innumerables en nuestra sociedad. Las “actitudes” que postula el Papa me cuesta discernirlas: “Un nuevo comienzo”… ¡Pero si vivimos anestesiados en la repetición inconsciente! Nos da miedo la novedad, y entonces nos defendemos atacando violentamente y descalificando al otro. Al mismo Papa. Al mismo Dios, que cada día nos regala la belleza de un nuevo día, que, precisamente, cada día somos incapaces de apreciar. Y, así, perdemos una dimensión fundamental de nuestra personalidad: la creativa.
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“Un camino que lleva a un destino: Pascua”… ¡No hay más que un camino: Jesucristo! Pero debemos estar incorporados a este Camino, como dice san Agustín, y no estar al margen de él. Pues es una cruda realidad: estar al margen del camino, ser espectadores. Y ya sabemos que desean los espectadores: espectáculo. Pero aquí sucede que cada uno se monta su propio espectáculo, o asiste al espectáculo que más adula sus ideas, sus sentimientos…
Deberíamos ya saber, o mejor tener arraigadas en el corazón aquellas palabras de san Pablo:
Si hay un estímulo en el Mesías y un aliento en el amor mutuo, si existe una solidaridad de espíritu y un cariño entrañable, hacedme feliz del todo y andad de acuerdo, teniendo un amor recíproco y un interés por la unidad… (y lo que sigue no tiene desperdicio) (Filp 2,1s)
Pero a estas alturas de los tiempos o de los siglos, consideramos que eso de la Pascua de Resurrección es algo muy serio; tan serio que lleva engarzados en estas tres palabras: Pascua de Resurrección, otras dos: vida-muerteSolamente quien tiene vida puede morirPero tan solo puede confrontar la vida con la muerte, la muerte con la vida, aquel que tiene la llave de la nueva vida: la Pascua de Resurrección. Esta llave tiene un nombre: Amor.
Solo quien tiene vida puede morir, pero solamente está dispuesto a vivir esta experiencia quien tiene un amor que es más fuerte que la muerte. Y aquí ya tenemos las ideas menos claras, pues en ti ¿tu amor es más fuerte que la muerte?
Y, precisamente, esto es lo que contemplamos en la Cruz, esta cruz que cuelga como pectoral de muchos, o de otros bajo su ropa; esta cruz que besaremos el Viernes Santo.
Pero tú, ¿te has cargado esta cruz a la espalda para seguir al Maestro?
“Solo quien carga con su cruz y le sigue puede ser su discípulo” (Lc 14, 25-33).
Pero es preciso mucho amor para coger la cruz. Jesús llevó su amor hasta el extremo. Nosotros, tú, yo, cada uno, nos consideramos sus discípulos, cristianos, es decir “otros Cristos” (cf Gal 2,20).
Francisco nos recuerda la necesidad de volver al corazón a Dios. Pero no hagas esfuerzos inútiles: primero considera si tu corazón es de piedra. Entonces, te aconsejo quedarte como estás, pues mover una piedra puede ser muy difícil, imposible… Si consigues llenarlo por dentro y por fuera de ternura, sensibilidad… te será más fácil. Entonces, prueba, te puedes llevar la gran sorpresa.
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