Me encuentro actualmente como voluntario en un Centro de Internamiento de Extranjeros en Madrid, ya que no pude entrar a Irak por el conflicto kurdo y los yihadistas.
Mi día empieza a las 8:00 un desayuno, café un pan, luego entro en una oficina y comienzo atender chicos y chicas y durante horas escucho historias horrorosas, más adelante comentaré algunas. Aquí hay chicos de Eritrea, Zambia, Malí, Gambia, Nigeria, Somalia, Senegal, Ghana. Los dividen en tres grupos: los que hablan Francés, los que hablan inglés y los que no hablan ninguno de los dos. A mí me toca atender los que hablan inglés y son de: Ghana, Nigeria, Somalia, Eritrea y Zambia. En general jóvenes entre los 18 y 30 años y han llegado a España por: Algeciras, Tarifa, Málaga, Motril y Almería, han sido rescatados muchos en el mar, dicen que para ellos fue como ver a Dios, “que alegría, no hemos muerto” me dijo Daliso que es de Gambia y me comentó que su nombre significa bendiciones. Allí estoy atendiendo hasta las 2:00 de la tarde que vamos a comer, la comida no es muy buena ni abundante, pero damos gracias a Dios por tenerla. A las 4 de la tarde comienzo nuevamente a tratar de rescatar a estas personas de tantos fantasmas de miedo y tantas historias de dolor, allí estoy hasta las 8 que vamos a cenar y luego nos dicen que tenemos que salir del centro y nos vamos a dormir.
Estamos dos psicólogos y un psiquiatra voluntarios y se encuentran en éste momento 854 personas.
Nos alojan en un piso cercano esos de protección oficial, una zona muy sucia, fea, pero por lo menos tenemos donde dormir.
Unos chicos amigos entre ellos, que son de Ghana me contaron que salieron de Ghana entre Autobuses, autostop, y caminando cuando el dinero se terminó, unos 4 mil y pico de kilómetros, pasaron por Burkina Faso, Malí, Argelia, y allí la patera.
Los refugiados cuándo por fin llegan a España pasan a manos de la Cruz Roja, Guardia Civil estos trabajan conjuntamente en protocolos determinados, les atienden y les ofrecen una primera asistencia humanitaria y sanitarias, una vez realizada la atención humanitaria y sanitaria éstas personas pasan a disposición policial, ya que su condición es considerada "irregular".
Me cuentan que permaneces normalmente en los módulos policiales del puerto o los señalados para ello hasta 72 horas. En ese tiempo se les identifica o, en el caso de menores, se realizan las pruebas óseas para la edad y de ADN que determinan el parentesco con quienes aseguren ser su padre o madre.
Luego pasan a los CIE, Centros de Internamiento de Extranjeros.
Hay una privación de libertad en los CIE para éstas personas que no han cometido delito alguno sino una infracción administrativa. Sería como si te metieran en la cárcel por saltarte un semáforo
Es aquí cuando comienza otro proceso, quizá tan duro como el viaje que han tenido. Es la espera para saber qué va a pasar.
La gran mayoría busca llegar a Francia, Holanda, Inglaterra, pero España se convierte en un sitio obligado de paso.
Todas las noches repaso las historias, los problemas y pido a Dios me ilumine para que pueda ayudar a estos hermanos nuestros.
Soy originario de Nigeria , me dijo Charles, viví en Libia durante cinco años cuando estalló la guerra. Tuve una buena vida: trabajaba como sastre y ganaba lo suficiente como para enviar dinero a mis seres queridos. Pero después de que comenzó la lucha, la gente como nosotros, los negros, se volvió muy vulnerable, porque todos los jóvenes tenían armas y sabían que teníamos dinero en nuestras casas y que podían robarnos. Si saliste a comer algo, una pandilla te detendría y te preguntaría si los apoyabas. Podrían ser rebeldes, podrían ser gobierno, no lo sabían.
No pude volver a Nigeria, porque el camino hacia el sur estaba bloqueado, así que conocí a algunas personas en Trípoli que dijeron que sabían cómo llegar a Italia o España Nos llevaron a una playa en las afueras de la ciudad donde había cientos de personas acampando, todos esperando para subir a un bote. Algunos eran de Siria, Argelia o Egipto. Pero la mayoría eran del oeste o del este de África. Muchos eran hombres, pero también había mujeres y familias con niños pequeños. No hay precios fijos: depende de qué contactos tengas y cuán desesperado estés. Pagué 500 euros, los contrabandistas habían tomado viejos barcos de pesca comerciales, algunos de ellos tan viejos que no debían ser utilizados, pusieron motores nuevos y se los dieron a personas que conocían. Yo la verdad no sabía dónde íbamos España o Italia. Cuando el barco partió, nos preocupamos por la avería de los motores, pero pronto nos dimos cuenta de que el mayor problema eran las olas. El bote no fue construido para el viaje y fue levantado cada vez que golpeaba una gran ola. Todo lo que pude hacer fue decir mi última oración: sentí que ya estaba muerto.
Padece trastorno del humor, ansiedad, somatización y una depresión muy fuerte.
Dios, tanta gente buena sufriendo…
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