NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


viernes, marzo 16, 2018

Viene la Semana Santa

Hoy día, la sociedad nos invita a “disfrutar de la vida”, y nos hace creernos vivos por ello. Sin embargo la raíz de esta invitación está en la idea de que la vida se acaba, que dura poco, es decir, viene motivado por una muerte que nos mantiene encadenados en el miedo. Sin embargo los cristianos creemos que “Cristo venció a la muerte de una vez por todas”. Bonita frase, pero ¿a mí qué?
Los libros gordos de teología hablan mucho sobre la resurrección, vienen a decir que es la confirmación del proyecto y el estilo de vida de Jesús por parte de Dios, y muestra que Dios estuvo acompañando a Jesús en toda su pasión. El que parecía ausente muestra su presencia. 
Creo que todos podemos tener experiencia de esa confirmación de Dios en medio de nuestras dificultades y problemas de cada día. Creo que podemos asomarnos a esa resurrección cada vez que nos sentimos acompañados y sostenidos por una mano que no vemos. Creo que podemos encontrar la raíz de una alegría profunda, de todas nuestras alegrías al fin y al cabo, en la resurrección de Jesús. Podemos ver como no hay esperanza que no venga, de una manera o de otra, de este gozo que nos ayuda a no temer a la muerte. 
El problema, puede ser, que ni los cristianos nos terminamos de tomar esto de la resurrección suficientemente en serio, y a veces lo entendemos como un simple milagro o algo que ocurrió una vez y se acabó. Entonces nunca podremos ver a Cristo como empezando algo nuevo, con una vida distinta que nos abre a una nueva humanidad. 
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Lo cierto es que conozco gente que vive resucitada, sin esperar a la muerte ni haber vivido ningún milagro. Gente que entrega su vida cada día a los demás de muy diferentes maneras, sin enfadarse porque no les consideran héroes, y con la alegría profunda de no temer gastar la vida, porque saben que no hay que morir para resucitar, sino que basta con entrar en esa “nueva vida”, en esa “más vida”, que nos trajo Cristo. Es gente que sigue luchando por resucitar cada día, y que tienen un “extra” de vida que se les escapa por los ojos, por la sonrisa, y puede convertirse en algo contagioso.
Ojalá formásemos parte de esta gente resucitada, y que nos mirase a la cara por la calle diciendo: “este tipo cree en la resurrección”; y que podamos vivir repartiendo eso que creemos.
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