NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


lunes, abril 26, 2021

Confesiones de un Médico

 

La 4ª oleada

La comunidad autónoma donde trabajo fue bastante respetada por la 3ª oleada, que siguió a la Navidad. No ha sido así en la 4ª: en las últimas semanas han aumentado los ingresos, además de personas más jóvenes, algunos muy graves. Con la mayoría de la población mayor de 80 años ya vacunada, el peso de los contagios recae en el grupo de edad 50-79 años. Los porcentajes de contagiados que requieren asistencia hospitalaria se mantienen bastante estables desde el inicio de la pandemia, así como el número que necesita cuidados intensivos: alrededor de 15% para los primeros, 5% los segundos.

Atendemos a familias enteras, en algunas ocasiones asistimos a situaciones dramáticas, en las que tenemos que utilizar todos nuestros recursos para no venirnos abajo. A veces evito ponerme en el lugar del paciente o los familiares, simplemente porque mis recursos son finitos y no puedo permitirme consumirlos todos.

Visito a un paciente, apunto los resultados de la exploración y los análisis, doy información telefónica a la familia, paso a otro, en una rutina en la que me refugio para no pensar en las consecuencias que la información que facilito puede tener al otro lado del teléfono, en el hijo o la esposa que me escuchan. Prescribo tratamientos sin certeza de su eficacia, caminando en el molesto terreno de la incertidumbre clínica, consciente de que, aunque conocemos más que hace unos meses, nuestro conocimiento es muy imperfecto.

Algunos ensayos clínicos apuntan a la eficacia de un tratamiento, otros los contradicen. Ponemos nuestras expectativas en un nuevo grupo de fármacos, para desecharlos o desconfiar de sus resultados poco después, cuando nuevos datos refutan los resultados que parecían prometedores. Tras más de 30 años ejerciendo la medicina, me encuentro en no pocas ocasiones dando palos de ciego, en espera de datos robustos sobre mejora de la mortalidad, de hecho, el único objetivo consistente en una infección que resulta mortal en no pocos casos. De todos los fármacos que utilizamos hasta ahora, sólo la dexametasona ha demostrado su eficacia en los pacientes graves, la inmensa mayoría de los que atiendo.

Ojalá lleguen pronto tiempos mejores. Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos: olvidados hace tiempo los aplausos, quizás es el tiempo de las oraciones.

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