NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


sábado, octubre 30, 2021

La comunión de los Santos y de los difuntos

 

El día de difuntos en un año de tantas muertes..

La muerte, siempre incómoda nunca viene en buen momento. Este año el día de difuntos no podemos separarlo de los últimos meses, trágicos y difíciles. Tantas vidas cortadas, tantas historias truncadas por el virus en muchos lugares de nuestro mundo. No es cuestión de poner cifras. Porque no son números. Son madres, padres, maridos, mujeres, hermanos, hijos, amigos, abuelas, vecinos, compañeras de trabajo, compañeros de comunidad... tantos que han fallecido por esa Covid19 de la que hace algunos años no imaginábamos que nos invadiría. Y tantos otros que han fallecido por otras causas, pero también están ahí, en este listado de ausencias y añoranzas de un día como el de hoy.

Al final, en la muerte, ya ni la Covid importa. Importan ellos, quienes ya no están –o empiezan a estar de otro modo–. La muerte trae dolor por la ausencia; nostalgia por los momentos que se han ido; recuerdos por un presente en el que no están. Pero también trae –cuando empezamos a aceptar– gratitud, una gratitud enorme por las vidas de quienes amamos. Por las huellas que dejan en nuestras vidas. Por haberlos tenido. Si además la fe nos ayuda a poner un horizonte de sentido, y la esperanza de que, un día, de otro modo, nos volveremos a encontrar y ya no habrá tristeza, ni llanto, ni disgusto... entonces sí merece la pena hacer, un día como hoy, memoria agradecida.

Ellos siguen estando. No solo en la esperanza de futuro. Siguen estando en nosotros, que los recordamos. Siguen estando en el amor que compartimos. En la memoria de los abrazos que nadie nos puede arrancar. En las imágenes que cada uno atesoramos en nuestra memoria. En las conversaciones que nos construyeron. En las canciones que nos hacen evocarlos. En la sonrisa con la que a veces acogemos un recuerdo. En lo que aprendimos de ellos. En el sentimiento que hace que a veces queramos obrar de tal manera que, donde estén, estén orgullosos de nosotros. Siguen estando en nosotros, porque cuando amas, eliges que alguien se quede contigo para siempre. Hasta más allá de la vida. Hasta más allá de la muerte.

COMUNIÓN DE LOS SANTOS

En un mundo donde faltan referentes, la Iglesia nos ofrece un catálogo  de personas que decidieron hacer el bien sin esperar nada cambio. Ancianos y niños, hombres y mujeres, ricos y pobres, negros, blancos, asiáticos a lo largo del tiempo y en casi todas las partes del mundo. Personas atraídas por la persona de Jesús, que con su vida transparentaron el amor de Dios llegando a hacer proezas impresionantes en muchos casos. La Iglesia reconoce en ellos algo especial, y considera que su vida nos inspira y nos acerca de alguna manera a Dios.

No hay mayor deseo para Dios que vivamos en armonía y comunión toda la humanidad, que se cree una red de personas desde el principio de la historia hasta hoy, que funcionemos como una carrera de relevos donde todos cuentan y se pasa de unos a otros la llama de la fe. En la Iglesia está el deseo de remar todos a una para construir el Reino de Dios, para ponernos en camino y comer todos en la misma mesa, haciendo que las diferencias sean un apoyo y no un obstáculo.

Y en esta comida fraterna también están los nuestros, los que marcharon. En la fe quedamos unidos los de aquí y los de allí, esperando el abrazo último y eterno que nos haga reencontrarnos con los nuestros. No podemos olvidar que para los cristianos hay un espacio para la memoria y para recordar que estamos aquí porque otros nos precedieron.



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