Vivimos en un mundo veloz, en la cultura del instante
Nieves Acosta Picado
Estar serenos, sobreponernos de manera racional al impulso y actuar de manera inteligente sobre los vaivenes de la vida, nos ayuda a “cantar bajo la lluvia” los días grises y oscuros, incluso las mañanas de invierno parecen menos patéticas y más luminosas.
Dejar actuar nuestra alma racional sobre las borrascas de cada día, es muy importante para saber tomar decisiones acertadas, intentar ser señores de nosotros mismos, autores de la historia de nuestra vida, y así saber el camino correcto a seguir y decidir de forma serena.
Hay ocasiones en la vida que tendremos que tomar decisiones rápidas, pero es mejor actuar siempre con calma. Esto no significa convertirnos en unos “tranquilones”, está claro que hay situaciones en las que viene muy bien actuar de forma rápida, pero sin convertir la velocidad en una obsesión, en una forma de vivir. Además, aun al tomar decisiones con rapidez, se puede tener un momento de reflexión, como vemos que hace el jugador de fútbol al dar un buen pase de balón: tener visión de juego y saber improvisar será la mejor jugada que podamos hacer en la vida. Ser previsores nos asegura un margen de error mínimo y si nos las vemos venir, no perderemos el centro del campo.
Actuar con serenidad es una provocación para los amantes de la velocidad, ¿con qué resultado?: en la vida hay más accidentes, como en el trafico, por nuestra precipitación y falta de serenidad que por actuar con calma. Buena cosa es contar hasta diez para disfrutar de las cosas. Nos encontraremos la paz y la alegría, porque es la alegría la que nos deja tranquilos. Dejemos pues tanta prisa por hacer, para escuchar nuestra voz interior que nos recuerda que lo único importante es: vivir.
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