Hay fotos que hablan por sí solas. Nos atrapan el corazón, pero sobre todo conducen nuestra imaginación hacia otras realidades. Es el espacio donde el misterio se convierte en el sufrimiento más desgarrador, donde la vida duele, donde el mal parece que se encarna. Radiografían la realidad y congelan la densidad de la humanidad en tan solo un instante.
Esta foto –cuyo autor es Evgeny Maloletka– es la ganadora del World Press Photo, uno de los premios más prestigiosos de fotografía. Pero es la foto también de una madre, Irina, el día que alumbró a su ansiado hijo y el mismo día que murió en medio de un alto el fuego. Su criatura había fallecido poco antes en un bombardeo sobre una maternidad de Mariupol.
A veces solo queda callar y contemplar la realidad que habla por sí sola, porque para muchas personas, el presente es un infierno y el futuro es tan cruel que sólo queda la esperanza en Dios. El silencio se convierte en la única palabra comprensible.
Que no dejemos de mirar la realidad y de reconocer que hay un Dios que nos llama a la misericordia más allá de la sinrazón humana.
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