Aquí es España, vemos por tv que cuando alguien visita a los reyes les hacen reverencia, esa pequeña inclinación, la que muchas veces hacemos ante el Sagrario en las iglesias.
Más allá de reyes y diplomáticos, la reverencia hace referencia a un valor importante en nuestra vida: el respeto. Algunos creen que en las generaciones más jóvenes se perdió y en las mayores, algo olvidado. Este gesto de reverencia evoca, incluso corporal, una veneración. Se trata de reconocer a ese “alguien” como digno, con grandes virtudes o por lo que puede representar o recordar.
Me dejo cuestionar: ¿Ante quién o ante qué hago reverencia? En los tiempos que corren, donde vemos disputas continuas en quienes nos representan, falsedades publicadas con descaro en las redes, descontinuos desprecios, corrupciones y mentiras… pide de nosotros repensar lo respetable. Reconocer quién para nosotros hoy es modelo a venerar y qué se merece esa inclinación. Me surgen algunas imágenes en mi mirada creyente: El Sagrario, por supuesto, el inmigrante (buen hijo que huye para ayudar a su familia, la mujer con su bebe que quiere un futuro mejor para él...) en las costas canarias, italianas o griegas, o el que cruza la frontera con Estados Unidos, o huye de Siria, Palestina o Congo) la anciana sola en la residencia viendo las 2 la misa dominicales, el niño infeliz en la puerta del orfelinato, que se quedó sin familia, el joven soñando en su futuro mejor para su familia, la chica despreciada por todos por no querer abortar, quizá ese niño abortado incinerado en un hospital, esa madre que vende una cornea para sacar a sus hijos de un campo de refugiados, esa persona que trabaja todo el día y saca una horas para ser catequista… y así tantos rostros que esconden algo de la Presencia más divina de un Dios que quiere ser para nosotros modelo de dignidad.
No va de reconocer quién padece más. Es saber inclinarnos, de cuerpo y espíritu, ante aquellos que nos evocan algo de Dios. Personas, lugares, situaciones que nos sitúan ante la realidad de una humanidad traspasada por la Bondad Infinita de Dios.
Hagamos una renovación de nuestros gestos. Seamos más propensos a la reverencia ante quién nos acerca algo de la Presencia divina. Exige algo de nosotros. una mirada evangelizada. Pide estar internamente conectados, como nuestros móviles a la red, para poder sentir y expresar con gestos. No seamos fríos y distantes ante quién evoca algo importante. Jesús nos lo recordó en su vida: cada vez que a uno de estos… le habéis dado de comer, lavado, atendido, abrazado, acariciado… me lo habéis hecho a mí (cfr. Mt 25). Aprendamos que la reverencia que hacemos ante el Santísimo Sacramento, expuesto en nuestras Iglesias, nos mueva el corazón para hacer reverencia ante tanto hermano y hermana que camina junto a nosotros en lo cotidiano.
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