Este mundial de futbol viene acompañado de cierta polémica, no solo por la elección del anfitrión sino por todo lo que hay detrás, con los deseos de exhibición de un régimen muy particular y una eficaz política de blanqueamiento que se olvida de los derechos más básicos.
Es realmente una pena que hasta en el mundo del deporte la politiquería barata y el emporio económico tengan sus raíces metidas y no es sólo por el mundial de sangre en Qatar sino por las jugadas sucias en el mundo del deporte.
Como sociedad no podemos olvidarnos de todo lo que hay detrás. Como en tantas cosas, no cuenta solo el resultado final, por muy bueno que sea el deporte y el fútbol que se practique. No vale todo, y más cuando hay movimientos sospechosos y se cobran demasiadas vidas en construir estadios faraónicos en medio de la nada. No podemos mirar para otro lado justificando el espectáculo de medio planeta a costa de la vida de miles de trabajadores en condiciones infrahumanas y mujeres marginadas. El fin no justifica los medios. El fútbol ha de ser una fiesta para todos, no solo para una parte privilegiada.
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