MI VENEZUELA AMADA Y AÑORADA
Monstruo aborrecido Eres
un demonio torturas y masacras a mi pueblo. ¿No ha sufrido ya bastante para q
quieras aumentar su miseria? ¿Cómo puedo conmoverte? Ninguna súplica te hará
mirar con buenos ojos a nuestro pueblo, q implora paz y libertad. Has causado
tanto daño, tanto sufrimiento y ¿aún tienen hambre y sed de sangre y
sufrimiento? Hoy me ha llamado un amigo, llorando me dijo
que su hijo de 24 años lo habían asesinado en la ciudad de Maracay: “Livio, le
dije no te metas en peo, carajito, y un beso me quedó de él en la mejilla” su
pecho destrozado por las balas, reza por nosotros amigo”. Años de asesinatos,
detenciones, corrupción… Mi móvil se llena de mensajes: “reza con nosotros…” Me
encuentro entre la rabia y la ternura, y en medio de mi sufrimiento y lágrimas no
quiero odiar, no deseo maldecir, no quiero llenarme de tu odio. No quiero ser
como tú Maduro, violento, asesino con el corazón lleno de maldad.
Quien lucha contra
monstruos debe tener cuidado d no convertirse en un monstruo en el proceso Y si
miras durante mucho tiempo al abismo, el abismo t mirará a ti también. Pueblo
mío entiendo tu impotencia, tu sed d venganza, todo tu dolor y sufrimiento,
pero no nos convirtamos en ellos. Nietzsche nos advierte q tengamos cuidado d
no convertirnos en aquello contra lo q luchamos, ya q hacerlo significaría
perdernos a nosotros mismos y nuestra humanidad y
corremos el riesgo de volvernos como ellos y adoptar su crueldad y saña.
Estas personas me llaman, me escriben pidiendo oración, no me
llaman con odio, ni me llaman pidiendo venganza, me llaman con amor de padre y
madre, con dolor y esperanza en Dios.
El amor y la paz que instaura Jesús sólo se puede conseguir
transformando las estructuras y valores que se niegan a dejarla crecer, como la
cizaña que ahoga el trigo (Mt 13, 24-30). Pero esta victoria no está asegurada.
La violencia no acepta como compañera la paz e intenta -siempre que pueda-
deshacerse de ella. Es lo que le pasa a Jesús: muere violentamente en la cruz.
Pero él no devuelve mal por mal, Él es condenado por el mal y al final pide
perdón para ellos. Y es así como instaura una paz universal, para todos los
hombres, mujeres y para la creación entera. Es lo que señala San Pablo en la
carta a los Colosenses cuando dice: "Tuvo a bien reconciliar con él y para
él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en
la tierra y en los cielos" (Col 1,19-20).
Puedo afirmar con toda claridad que, tanto en su mensaje como en su
vida, Jesús aparece con una actitud pacífica y opuesta a cualquier tipo de
violencia destructiva, basada en el deseo de venganza, en el odio o desprecio
al semejante. Sin embargo, su no violencia es profundamente activa y
comprometida frente a las injusticias sociales e históricas. Conviene que no
olvidemos ninguno de los dos aspectos.
Pueblo mío recuerda a San Pablo: “Nos aprietan por todos
lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados,
pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por
todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida
de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo”.
Venezuela nuestra… serás libre y tus hijos crecerán en paz.
Amén
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