NUESTRAS PARROQUIAS

Buscamos unas Parroquias que sean Comunidades generadoras de vida, en ella fuimos engendrados por el Bautismo, y ella acompaña a sus hijos desde que nacen hasta que mueren. Escuela en la que nos formamos y maduramos unos con otros en la fe por la evangelización y la formación, como tarea permanente de conversión personal y comunitaria, entendida como un proceso dinámico que nunca acaba, como experiencia profunda de Dios e interiorización de la vida de Cristo (Gál 2,20; Filp 1,21). Debe ser un lugar de encuentro y vínculo de comunión, casa abierta a todos, hogar de los pobres, plataforma misionera, donde aprendemos y vivimos en libertad, fermento de nueva humanidad. Atenta a los signos de los tiempos y a las necesidades de nuestra gente


Bizitza sortzen duen Parrokia baten bila gabiltza, bertan Bataioaren bidez sortu ginen, eta gure seme-alabei jaiotzetik hil arte laguntzen diena. Katekesi eta ebanjelizazioaren fedean hezten eta heltzen garen ikastetxea da, bihurtze pertsonal eta komunitarioko etengabeko zeregin bezala, inoiz bukatzen ez den prozesu dinamiko bat bezala ulertua, Jainkoaren esperientzia sakona eta Kristoren bizitzaren barnerapen bezala (Gal 2,20; Filp 1,21). Topagune eta elkarte-lotura izan behar du, denontzat irekitako etxea, behartuen etxebizitza, plataforma misiolaria, aske ikasi eta bizitu dezakegunak, gizarte berri baten hartzigarria.


jueves, agosto 14, 2025

¿ Ante quién hacemos genuflexión, reverencia?

 


Recién llegado a España tuve un problema en la rodilla derecha, una vez en misa, ante el Santísimo hice una genuflexión ( acción y efecto de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo, ordinariamente en señal de reverencia)  por supuesto que doble la izquierda. Al terminar la misa se me acerco una Sra y me dijo que la genuflexión con la izquierda era para los reyes, como no tengo cultura de reyes o reinados, ní idea,  le respondí a la Sra. que sólo hacía genuflexión a Dios, y si tenía que hacerla ante alguna persona prefería hacerla ante un inmigrante, una prostituta o una persona en un psiquiátrico.

La reverencia hace referencia a un valor importante en nuestra vida: el respeto. Algunos creen que en las generaciones más jóvenes se perdió y en las mayores, algo olvidado. Este gesto de reverencia evoca, incluso corporal, una veneración. Se trata de reconocer a ese “alguien” como digno, con grandes virtudes o por lo que puede representar o recordar.

Me dejo cuestionar: ¿Ante quién o ante qué hago reverencia? En los tiempos que corren, donde vemos disputas continuas en quienes nos representan, ciertas falsedades publicadas con descaro en las redes, corrupción, continuos desprecios… pide de nosotros repensar lo respetable. Reconocer quién para nosotros hoy es modelo a venerar y qué se merece esa inclinación. Me surgen algunas imágenes en mi mirada creyente: el inmigrante, la anciana sola en la residencia viendo la misa dominical, el niño feliz en la puerta del colegio, el joven trabajador soñando en su futuro, la chica que han traído engañada y hoy es prostituta, la monja de 85 años de edad y 60  viviendo en amazonas… y así tantos rostros que esconden algo de la Presencia más divina de un Dios que quiere ser para nosotros modelo de dignidad.

 No va de reconocer quién padece más. Es saber inclinarnos, de cuerpo y espíritu, ante aquellos que nos evocan algo de Dios. Personas, lugares, situaciones que nos sitúan ante la realidad de una humanidad traspasada por la Bondad Infinita de Dios.

 Hagamos una renovación de nuestros gestos. Seamos más propensos a la reverencia ante quién nos acerca algo de la Presencia divina. Exige algo de nosotros. una mirada evangelizada. Pide estar internamente conectados, como nuestros móviles a la red, para poder sentir y expresar con gestos. No seamos fríos y distantes ante quién evoca algo importante. Jesús nos lo recordó en su vida: cada vez que a uno de estos… le han dado de comer, lavado, atendido, abrazado, acariciado… me lo han hecho a mí (Mt 25). Aprendamos que la reverencia que hacemos ante el Santísimo Sacramento, expuesto en nuestras Iglesias, nos mueva el corazón para hacer reverencia ante tanto hermano y hermana que camina junto a nosotros en lo cotidiano.



martes, agosto 05, 2025

Tengo derecho a equivocarme

 TENGO DERECHO A EQUIVOCARME


Es la típica frase que todos hemos dicho alguna vez. O cuando alguien se quejaba de no poder hacer algo, o porque sencillamente quedaba bien. Y está en el aire, ya sea en instagram o en una conversación entre amigas o amigos. Surge, porque así lo creemos, pero no por ello no deja de ser una pequeña mentira de nuestro tiempo.

De las equivocaciones se aprende. Todos lo hemos vivido. Meteduras de pata, errores o fracasos que con el tiempo se han tornado algo positivo, porque fue un punto de inflexión, porque nos hizo recapacitar o porque se abrió un nuevo horizonte. Y es que Dios no quiere nuestro mal, pero puede hacer de ese mal un espacio de fe, de aprendizaje y de crecimiento.

Sin embargo, equivocarse nunca puede ser un derecho, porque a veces conlleva una dosis de dolor para nosotros y para otros e implica pactar con el mal. Y porque decir que algo es un derecho incluye decir que es una posibilidad, y que por tanto no es tan malo. Y en las decisiones uno debe aspirar siempre al bien. Nadie lanza un penalti para fallarlo.

A veces me equivoco por mediocre, no preparé el tema o el ejercicio porque me dio pereza. Otras veces me equivoco por hacer las cosas de mala gana, y otras lo uso como escusa, por no querer pedir ayuda me puedo equivocar también. El tema es que quizá otras personas se vieron afectadas por este tipo de equivocación.

Los errores llegan tarde o temprano y nos sirven para aprender, pero ya que estamos, mejor no equivocarse, porque no está el mundo para hacerse daño así como así. Ojalá tengamos siempre la lucidez de saber dar en el clavo, aún sabiendo que equivocarse forma parte del camino y nos ayuda a crecer, pero nunca será un derecho, ni tampoco un drama, dicho sea de paso.

viernes, julio 18, 2025

CREER SIN SENTIR

 


La fe es una relación de un individuo, con toda su complejidad, con la transcendencia que, por definición, es Misterio.

Cuando nos proponemos evangelizar o realizar alguna actividad pastoral, nos surge la duda de cómo hacer posible el milagro de la fe. No está en nuestras manos, pero tampoco podemos permanecer inactivos. Es un don, pero hay que aprender a acogerlo.

Trabajar la dimensión emocional puede ser un atajo. Creemos al haber sentido algo, como los discípulos de Emaús cuyo corazón ardía mientras Jesús les explicaba las Escrituras (Lc 24, 32). Sin embargo, la fe no es el fervor experimentado. Este es solo una consecuencia.

A veces se habla del creer sin sentir para sortear el peligro del sentir sin creer. Esto es, centrarnos en la experiencia subjetiva, en la volatibilidad de los sentimientos, y no en el encuentro con la persona de Jesús. Sería fiarse de la propia afectividad y no confiar en Aquel que ha venido a visitarnos.

En tiempos de banalidad es fácil sucumbir frente a la tentación de lo emocional, de lo estridente, de lo espectacular. La escarcha de la rosa mística, la ostia que sangra, la procesión de la virgen... Entonces, la brisa suave (1Re 19, 12) nos puede pasar desapercibida y no prestamos la atención debida a nuestro convecino de Nazaret (Mc 6, 1-6).

Ahora bien, tampoco podemos caer en el extremo opuesto y renunciar a nuestras emociones pensando que así estamos más avanzados espiritualmente. En ocasiones, la práctica rutinaria de la vida  acaba derivando en una moral estoica. Para esquivar el espejismo del sentimentalismo, podemos caer en la trampa de una sobriedad engañosa que, carente de entusiasmo y bajo la fachada de madurez, disimula el hecho de haber renunciado “al primer amor” (Ap 2, 4).

La fe comporta amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todo el ser (Mc 12, 30). Ningún aspecto de nuestra identidad puede quedar al margen de la experiencia de la fe.

jueves, julio 10, 2025

Nuevos Proyectos junto a la Residencia de Ochagavía

 


Las Parroquias del Valle d Salazar y Almiradío d Navascués han hecho una alianza con la Residencia d Ochagavía. Las parroquias han puesto al servicio una furgoneta para apoyar y estar presentes en nombre d Jesús en los proyectos q beneficien a nuestros ancianos.

El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta d consumo y división es una tristeza individualista q brota del corazón cómodo y avaro, d la búsqueda enfermiza del poder y d la conciencia aislada 

Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz d Dios. Ver existencia concreta d los otros y conozcamos la fuerza d la ternura

domingo, julio 06, 2025

LA TENTACIÓN DE SER EL PROTAGONISTA



Una de las grandes tentaciones que viven actualmente los jóvenes y los no tan jóvenes en la Iglesia, y también en otros ambientes, es el gran deseo de ser protagonistas. Penosamente, me ha tocado ser testigo de grupos que quedan heridos y desintegrados porque algunos de sus miembros pelean por el pedestal principal, ese ansiado lugar en donde todos los vean, les obedezcan y les rindan algún tipo de pleitesía. Me parece que esa misma tentación acecha también a las comunidades de religiosas, religiosos y a cualquier grupo humano. Todos estamos expuestos a la tentación de sentirnos indispensables, insustituibles y únicos; y es verdad, cada uno de nosotros es absoluto en sí mismo, imagen del buen Dios y también sujetos de su amor que sobrepasa todas las cosas, pero ninguno de nosotros somos los protagonistas ni de nuestra propia vida.

A muchos  nos parece que el mundo ha nacido con nosotros y parece que ignoramos que antes de nosotros ha habido muchas personas que han labrado, con su esfuerzo y su sudor, esta bendita tierra que ahora habitamos. La historia no nació con nosotros y el mundo no terminará después de nosotros. ¡Qué liberador resalta ser el darse cuenta de que no somos el centro del mundo y que el universo no gira alrededor nuestro! ¡Qué liberador es percatarse de que las cosas se hacen conmigo, sin mí y, a veces, a pesar de mí! ¡Qué liberador, también, es ser consciente de que soy uno más en la fila de la vida…Uno más y nada más!

El mejor ejemplo siempre lo encontramos en Jesús de Nazaret, que «no ha venido a ser servido, sino a servir» (Mt 20, 28). Ese mismo Jesús, que sabiamente aconsejaba a sus discípulos, también nos aconseja a nosotros «el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor» (Mt 20, 26). No somos más que servidores en la viña del Señor y nuestro aporte, por más valioso y necesario que sea, no es indispensable. El complejo mesiánico hace mucho daño a nuestras comunidades. Si el Señor nos ha regalado un don o un carisma particular, no es para sentirnos especiales, sino para ponerlo al servicio gratuito y desinteresado de los demás.

Cuidemos nuestro corazón de los vanos deseos de ser protagonistas, pues esos deseos nos pierden y nos convierten en los antagónicos de la historia de nuestras comunidades. Cuidemos nuestro corazón de la hambrienta búsqueda de los reflectores y de los aplausos que tan fugazmente se desvanecen y nos dejan en la nada. Contemplemos cómo la fecundidad de una semilla siempre brota en lo profundo y secreto de las entrañas de la tierra, sin aspavientos, sin escándalos y muy lejos de toda ambición de grandeza.

Del deseo de ser aplaudidos y del temor de ser olvidados: ¡líbranos, Señor!


viernes, junio 20, 2025

Podemos cambiar?

 



¿En qué momento nos empieza a parecer normal todo lo que está pasando en Israel? Cuando lo grave se torna en anecdótico, vemos que el corazón del hombre o de la mujer se ha endurecido. Así estamos.  Y pueden dar ganas de tirar la toalla, porque no se ve manera de cambiarlo. O como diría la genial Mafalda, «que se pare el mundo, que me quiero bajar».

Pues me niego. No, señor. El ser humano es bueno. Somos fruto del amor de un Dios que es bueno. Su reflejo. Y toda oscuridad posible que esté ganando fuerza no es la altura a la que estamos llamados a vivir. Por eso el papa León criticó públicamente el recrudecimiento de la situación que está viviendo Israel con Irán, pues «nadie debe jamás amenazar la existencia del otro». Porque si uno lo piensa, es de locos.

Es de locos que los grandes mandatarios jueguen a las guerras como si fuera una partida de ludo. Es de locos que estén asesinando a miles de personas inocentes por su afán de poder. Personas con la misma dignidad y sueños que tú, que lees estas líneas. Pero más loco todavía que nosotros, consumidores de información, nos acostumbremos a ellas. Uno podría decir: «Ya, pero yo, ¿Qué puedo hacer?» Para empezar, orar sin descanso por la paz, «tomarnos en serio lo que rezamos cada día en el padrenuestro: “Como en el cielo, así en la tierra”», afirma nuestro papa.

Y considero que otro gran paso que sí que podemos dar en nuestro microcosmos es no ceder ni a la crispación ni a la desesperanza. Recordarnos que el corazón del ser humano es bueno y vivir todas nuestras relaciones desde ahí. No amargarnos ni consumir el contenido que busca que estemos enfrentadados e indignados. Que haya paz. Porque el mundo, aunque quiera Mafalda, no se puede parar. Pero, si quieres, se puede cambiar.

sábado, junio 14, 2025

 NUESTROS POLÍTICOS... UNA VERGÜENZA



Y no me digas que la derecha o la izquierda son peores, basta con esa reflexión tan mediocre

Es verdad que donde dos o más se reúnen en nombre de Dios, ahí está ÉL (Mt 18,20); también es verdad que donde dos o tres se juntan, hay diversidad y puede haber conflicto. Pero, no hay que temer al conflicto; ni a las diferencias. Hay que temer, más bien, a cerrarnos al diálogo y al encuentro, vemos nuestro mediocres políticos, corruptos y siguen con afán de poder, no les importa los pobres ni su gente, les interesa el poder.  Amigo y amiga que lees esto,   no seamos como esos, no caigamos en la tentación de la ley del hielo, ni en la tentación de levantar muros que nos aíslen de los que no coinciden con nosotros y cuestionan nuestros modos; menos aún, no caigamos en la tentación de la maledicencia, de la mentira y del canibalismo.

¿En qué momento hemos normalizado el canibalismo? ¿En qué momento la costumbre de hablar mal de los demás se ha hecho más fuerte que el mandamiento del amor?  Lo digo y lo sostengo: hablar mal del prójimo, sea quien sea y aunque lo que diga sea verdad, es comer carne humana. La maledicencia es el pecado de los cobardes; de aquellos que no tienen el valor moral suficiente, ni la caridad cristiana necesaria para hacer a los hermanos una corrección fraterna y frontal, como nos lo pide el Evangelio (Mt 18, 15-17).

Una persona con una lengua sin caridad puede ser venenosa y mortal, ya nos lo diría el apóstol San Pablo citando algunos salmos: “sepulcro abierto es su garganta, con su lengua urden engaños. Veneno de áspides bajo sus labios; maldición y amargura rebosa su boca” (Rom 3, 13-14). Sigamos el consejo de San Juan de la Cruz que nos invita a “callar y obrar (en humildad y caridad). Porque el hablar distrae (más aún el hablar mal), y el callar y obrar recoge y da fuerza al espíritu”. Ojalá que antes de pronunciar nuestra próxima oración a Dios, nos detengamos un momento para examinarnos y, si hemos comido carne humana hablando mal del hermano, que tengamos el valor de arrepentirnos, pedir perdón y convertirnos, pero pedir perdón sin conversión... no sirve para nada