El Adviento nos trae igualdad.
La última lección,
inesperada aunque muy obvia, que nos está trayendo la covid con su variantes es
que los humanos solo podemos salvarnos a partir de una igualdad fundamental. La
reacción de “nosotros primero” pareció
muy eficaz de momento. Pero, a más largo plazo, ha resultado inútil: anteayer
nos dijeron que esa variante había aparecido solo en Sudáfrica y hoy nos
cuentan que ya se ha detectado en varios países europeos. Mientras en Europa
hay varios países que han cubierto el 70% de su vacunación, en África ningún
país pasa del 7%. ¿Dónde está la cacareada aldea global? Éramos aldea
global a la hora de sacar provecho del otro; pero a la hora de ayudarlos a que
tuvieran una seguridad como la nuestra, volvimos a ser un planeta
dividido. Y el bicho nos recuerda,
o nos salvamos todos o seguiremos amenazados todos. Con las consecuencias
psicológicas que estamos viendo que tiene esa amenaza para aquellos que no han
sido víctimas de la covid19: que, a la pandemia vírica le acompaña otra
pandemia psíquica. Porque los países que se creen “desarrollados”, serán más
ricos pero no son más fuertes. Una verdad radicalmente cristiana: hay una palabra que siendo totalmente “laica”
es, a la vez, profundamente teológica. Y es la palabra igualdad. Los humanos
somos todos hijos de un mismo Padre y, como hijos, somos todos hermanos en
Cristo, e iguales en dignidad y derechos. Por eso los racismos han sido siempre
gravemente pecaminosos: tanto si era el racismo de la etnia, o el de la nación
o, como sucede ahora, “el racismo del dinero”. El Adviento nos hace recordar
estas verdades, Jesús nace para todos. La necesidad de una igualdad ante
la pandemia nos lleva a la necesidad de
una igualdad global. Cuando creíamos estar saliendo ya del oscuro túnel
pandémico, es de temer que estemos otra vez como al principio y que esa sea “la
antigua normalidad” a la que queríamos regresar…. Todo por los egoísmos y
desigualdades en la salida. Como en aquella vieja parábola del teatro
incendiado en el que, por querer salir todos el primero, acabaron pisoteándose
unos a otros y no pudo salir casi nadie.
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